Por esas casualidades de la vida, me enteré estos días de que el famosísimo médico segoviano Andrés Laguna había pronunciado hace ya casi 500 años en la Universidad de Colonia, ante la nobleza y la intelectualidad de la Europa de entonces, un discurso sobre Europa, que yo calificaría de fúnebre. Años después se publicó con el título que precede a estas líneas, pero con la sola diferencia de que en lugar de "La España", decía "Europa"
Laguna asume en ese discurso el papel de Europa y empieza diciendo: "Al tiempo que mis vísceras se desgarran de mordeduras de sierpes, a mí, su propia madre, desplazarán mis hijos; ningún descanso queda para mi cuerpo deshecho, y los sentidos, incapaces de sufrir este dolor, tengo totalmente embotados. ¡Ay, triste de mí! ¿Qué voy a hacer: callar acaso, o gritar toda agitada sin saber poner freno a mi alma enferma? Hasta ahora he callado mis tristes e inútiles quejas por faltar a mis palabras la fe que requerían, pues no hay piedad en ningún lado, ni respeto a la verdad..."
Aunque no hubiera ocurrido la gran desgracia de Valencia, hubiéramos podido repetir con toda propiedad las palabras de Laguna. Que hayan pasados dos, tres, cuatro o cinco días sin que miles de personas hayan recibido la menor ayuda de las autoridades, eso en el siglo XXI se llama crimen contra la humanidad o de lesa humanidad, crimen que los ciudadanos debemos denunciar ante la Corte Penal Internacional de la Haya. Pues de él alguien deberá responder por omisión.
Ya sé que los partidos políticos no lo van a denunciar. Sé que aunque se denuncie este crimen ante los tribunales españoles, no servirá para nada, pues para eso tenemos a un Tribunal Constitucional, que se ha arrogado las competencias de tribunal supremo que no le corresponden y va a anular cualquier sentencia que no le agrade dictada por los demás tribunales
Tenemos unos "defensores del pueblo", que tampoco lo denunciarán, pues más bien son defensores de los políticos, unos defensores que deberían desaparecer inmediatamente, pues ni siquiera se les pasará por la imaginación que no pueden permanecer callados.
Sí, la incompetencia o la ignorancia por parte de las autoridades -con ser enorme- no es ningún atenuante. No paremos hasta llevarlos al Tribunal de la Haya.
Estas líneas van pensadas, excepcionalmente, para los ciudadanos de Castilla y León, principalmente, pues es la región donde más se publican; sí, para los ciudadanos de una región que se ha caracterizado por ser la principal defensora de unos derechos que pueden recibir diferentes nombres: derecho natural, derecho de gentes, derecho internacional, derecho laboral, derechos civiles o derechos humanos. Gracias, todos ellos, a una Reina de Castilla que en defensa de los derechos de los indios se enfrentó a los colonizadores, gracias a unos teólogos y juristas -Escuela de Salamanca- que formularon unos principios que en algunos campos estamos aún lejos de alcanzar, gracias a unos frailes dominicos que se atrevieron en poner en duda la justificación de la conquista de América, gracias a unos debate en Valladolid entre Sepúlveda y De las Casas, gracias a unas leyes u ordenanzas de Burgos y gracias al gran médico europeísta segoviano Andrés Laguna es hora de que Castilla y León se pregunte a sí misma si no es hora de un cambio radical en nuestros sistemas democráticos, de que nos preguntemos los españoles, con los castellano-leoneses a la cabeza, si nuestros regímenes políticos son realmente democráticos, si debemos seguir con unos sistemas electorales que priman a los políticos incompetentes y manipuladores. Ojalá que Castilla y León fuera nuevamente la avanzadilla de una nueva España y de una nueva Europa social y democrática. Castilla y León, la región más extensa de toda la Unión Europea debería demostrar, que por algo el Consejo de Europa le otorgó a Salamanca el título de "cuna de los derechos humanos", título que podría haberse ampliado también a Valladolid, Burgos y Segovia y que sigue defendiendo.
El pueblo de Valencia , y no la extrema derecha, se ha levantado contra sus gobernantes, lo mismo que un día el pueblo de Castilla -los Comuneros-, se ha levantaron contra Carlos V.
La situación de España y de la Unión Europea -teniendo en cuenta que no estamos en el siglo XVI sino en el siglo XXI, no tienen nada que envidiar en desgracias y en muertes inocentes a la época de Andrés Laguna. Y no podemos seguir autolamentándonos eternamente.