Florencia, Italia, vio el nacimiento en 1265 de uno de los más célebres poetas de todos los tiempos: Dante Alighieri, conocido en italiano como el 'Sommo Poeta', 'el poeta supremo', que ejerció una enorme influencia en el surgimiento tanto de la lengua como de la propia nación italiana. En 2020, el gobierno italiano aprobó que ya cada 25 de marzo sea el Día Nacional de Dante, el 'Dantedì'. Es la fecha en que los expertos sitúan el inicio del viaje por su gran obra, la Divina Comedia.
En 2021 Italia celebró el 'Año Dante' para conmemorar los 700 años de la muerte del autor de la Commedia, a la que su admirador Giovanni Boccacio, otro grande de las letras italianas, añadió el adjetivo Divina, conociéndose la obra ya para siempre como la Divina Comedia.
Dante nació en una familia adinerada en la pujante Florencia del siglo XIII. Su padre, Alighiero di Bellincione, había hecho fortuna comerciando y ascendió socialmente casándose con la noble Bella degli Abati. Del matrimonio nació Durante, conocido por su diminutivo Dante. Su madre falleció cuando él no había cumplido cinco años. Guittone d’Arezzo y Bonagiunta Orbicciani, dos poetas, le formaron en los clásicos como Virgilio y en la poesía provenzal.
Con 9 años vio paseando a orillas del Arno a la hermosa Beatriz, hija de Folco Portinari, un acaudalado prócer florentino. En su autobiografía, La vita nuova, Dante asegura que nunca tuvo ojos para otra mujer, fue la dama angelical por la que sintió un amor "purificado y purificador". Volvió a verla diez años después, casada con un banquero, Simone dei Bardi, pero su relación corta y platónica –la joven murió con 24 años–los consagró como amantes legendarios.
Cuando en 1290 murió Beatriz, Florencia sufría los enfrentamientos entre los güelfos y los gibelinos, por la corona del Sacro Imperio Romano Germánico para los duques de Baviera (de la casa Welf, de ahí 'güelfos') o los duques de Suabia (de cuyo solar Waiblingen en Franconia deriva 'gibelino'). Los güelfos sostenían la primacía de la Iglesia, los gibelinos la supremacía imperial.
El enfrentamiento se trasladó a las ciudades-estado italianas: Florencia, Milán, Mantua, Bolonia, Génova, Rímini y Perugia apoyaron al partido güelfo; Módena, Arezzo, Siena y Pisa al gibelino. Algunas tomaban partido solo por oponerse a otras rivales. Crecía la hostilidad entre la nobleza feudal y las municipalidades, cada vez más poderosas.
A ello sucedió el duelo entre facciones por el control del poder municipal. Así, en la güelfa Florencia se dividieron en güelfos blancos y güelfos negros. Los blancos, capitaneados por la familia noble Cerchi, aceptaban que las clases populares participaran en la comuna florentina, y propugnaban el acercamiento entre papado e Imperio. Los güelfos negros, seguidores del linaje Donati, se aferraban a sus privilegios nobiliarios, eran partidarios del pontífice y enemigos del Imperio.
Dante, miembro de familia güelfa, abandonó sus estudios en Bolonia y en 1289 combatió en la caballería en la batalla de Campaldino, derrotando a los gibelinos de Arezzo. Se alineó con los güelfos blancos. En 1295 se inscribió en el gremio de médicos y boticarios, ajeno a sus intereses, pero las leyes florentinas impedían la participación en el gobierno municipal a quien, sin ser un prohombre, no perteneciera a una corporación.
Su prestigio intelectual le llevó a ser uno de los 35 miembros del Consiglio del Capitano, un órgano del gobierno florentino. En 1296 formó parte del Consiglio dei Cento, la asamblea que ayudaba al podestà (el máximo magistrado) en el gobierno de la ciudad: un órgano de representación popular de las clases medias para proteger al pueblo de los abusos de poder.
Dante contrajo matrimonio hacia 1291 (un año después de la muerte de Beatriz) con Gemma Donati, con quien estaba comprometido desde mucho antes, y tuvieron cuatro hijos: Giovanni, Pietro, Jacopo y Antonia. Esta última al morir su padre ingresó en un convento con el nombre de Beatriz.
Dante confiesa en La vita nuova que el año antes de su matrimonio mantuvo diversos romances y contrajo numerosas deudas, que algunos atribuyen al juego. Él justifica su desenfreno por el dolor al morir Beatriz. La lucidez que le quedaría a partir de ese momento le llevó a acuñar su afamada frase: "Quien sabe de dolor, todo lo sabe".
En 1300, los preeminentes güelfos blancos le nombran uno de los seis priores de la Signoria que gobernaba Florencia. Los güelfos negros esperaban que el papa Bonifacio VIII, que aspiraba a convertir la Toscana en feudo pontificio, interviniese. Presentaron el talante conciliador de la facción de Dante como connivencia con los gibelinos, enemigos de la injerencia pontificia en política. En 1301, los güelfos negros propiciaron la condena como 'traidores' de tres florentinos en la corte papal. Para resolverlo, Dante fue comisionado a Roma en misión diplomática. Pero fue retenido allí bajo pretexto de malversación de fondos públicos. Las tropas de Bonifacio VIII, lideradas por Carlos de Anjou, tomaron Florencia y la entregaron a los güelfos negros.
Dante y los otros priores fueron juzgados por ilegalidad en la elección, oposición al papa y violación de la paz. Fue condenado a pagar 5.000 florines y a dos años de destierro, y, al no comparecer ante el tribunal –continuaba retenido en Roma–, se le confiscaron sus bienes y de regresar a Florencia, sería ejecutado en la hoguera.
Los exiliados formaron un pequeño ejército que fue derrotado cerca de Mugello. Dante fue miembro del 'consejo de los exiliados'. En Forlì fue secretario del líder gibelino Scarpetta Ordelaffi, hasta la derrota de este cuando intentó tomar Florencia.
Disputas en el seno de los blancos hicieron al poeta renegar de su partido. Cuando Enrique VII ascendió al trono del Sacro Imperio, le pidió poner orden en Florencia pero el emperador atendió sus ruegos tarde e ineficazmente. En 1315, fallecido el emperador, las autoridades florentinas ofrecieron a quien ya era un poeta de renombre regresar a su tierra en duras condiciones: vestir saco de penitente, reconocer públicamente su culpabilidad y pagar una importante multa.
Dante culpó a su propia facción política de su desgracia, y no aceptó. El gobierno florentino dictó que de volver, será decapitado, con sus hijos adolescentes. Como secretario de Guido da Polenta, señor de Rávena, Dante residió allí hasta 1321, cuando se le encomendó viajar a Venecia a arreglar disputas por la adjudicación de unas salinas. Logró que las salinas permanecieran en manos de Rávena pero contrajo malaria, y poco después de regresar falleció, admirado por todos los poetas de su tiempo, a los 56 años. Allí, por su voluntad, descansan sus restos en la basílica de San Francisco.
El papa León X reclamó en vano los restos a los franciscanos de Rávena en 1519. En 1829, el gobierno florentino decidió erigir un espléndido cenotafio en su memoria y se lo encargó al escultor Stefano Ricci, previendo que algún día los huesos del poeta volviesen a la basílica renacentista de la Santa Croce, donde reposan personajes como Maquiavelo, Galileo Galilei y Miguel Ángel. Con motivo del Año Dante, se ha restaurado recientemente.
Durante el exilio nació la Divina comedia, un extenso poema que ajusta cuentas con el mundo que Dante sufrió: narra su descenso al infierno y al purgatorio guiado por Virgilio, el poeta de la Roma antigua que escribió la Eneida, y el ascenso al paraíso, llevado por su amada Beatriz. La obra ataca los vicios, la corrupción y los engaños de los seres humanos en el Infierno, y exalta la lealtad, la amistad y los nobles sentimientos en el Purgatorio, apareciendo personajes históricos y contemporáneos de Dante a los que éste sitúa en el cielo o el infierno según la opinión que le merecieran. En el Paraíso canta la excelencia del ser humano, la bondad y la generosidad. Dante aspira a regresar a su ciudad natal con los honores restituidos, como escribe en el Canto XXV del Paraíso: "Poeta volveré y sobre la fuente de mi bautismo habrán de coronarme". Se dice habitualmente en nuestros días que una visión horrenda o una desgracia catastrófica es "dantesca", pero deberíamos decir que es "infernal", pues la gloria de Dios también es dantesca.
En vida de Dante, Italia era un mosaico de pequeños estados, con diversidad lingüística. En Florencia se hablaban catorce dialectos. Dante vio la necesidad de crear un patrón lingüístico común que llamó 'toscano', base del actual italiano. Pretendía la unión para formar un estado fuerte del Sacro Imperio Romano Germánico. Por eso Dante es considerado el padre de la lengua italiana. Le preocupó su lengua materna y la elevó a su máximo esplendor. Siempre asoció el italiano, su toscano, a su madre, y lo defendió de quienes lo menospreciaban. Escribir sobre el Infierno y el Paraíso en lengua vulgar, entonces era un reto. Italia también nació gracias a una "Dantemanía" que enardeció a muchos jóvenes entre los siglos XVIII y XIX, haciendo de Dante el padre de la patria.
Una exposición sobre la relación de Dante con Florencia ha sido ahora abierta allí en el Museo Nacional del Bargello, el lugar donde el poeta fue condenado, el 10 de marzo de 1302, al exilio. El edificio alberga el primer retrato conocido del poeta, un fresco de Giotto en la capilla, terminado por sus discípulos a la muerte del pintor en 1337. El fresco, perdido por modificaciones en la capilla a lo largo de los siglos, fue recuperado en 1840.
En muchos lugares de Florencia hoy día se pueden seguir las huellas de Dante: en la plaza della Santa Croce, un Dante esculpido por Enrico Pazzi en 1865 lo representa con corona de laureles y un águila a los pies; a pocos metros de la plaza de Santa Maria del Fiore está el llamado sasso di Dante, roca junto a la que se dice solía sentarse para mirar las obras de construcción del Duomo; y su casa museo se encuentra junto a la iglesia de Santa Margherita dei Cerchi, donde el poeta y Beatrice Portinari acudían a rezar.
Ahora su descendiente, el astrofísico Sperello di Serego Alighieri, intenta anular la sentencia que acusó a Dante, como se anuló la sentencia condenatoria de Galileo Galilei. La iniciativa para limpiar el nombre de Dante ha organizado un ciclo de conferencias con presencia de Antoine de Gabrielli, descendiente de Cante de Gabrielli da Gubbio, el funcionario florentino que condenó a Dante.
Las dos ciudades que marcaron el nacimiento y la muerte de Dante, Florencia y Rávena, capitalizaron los actos de homenaje del centenario y sus alcaldes siguen negociando el simbólico retorno de Dante a la ciudad que le expulsó, mediante la vuelta temporal a Florencia de los restos del poeta, para poner fin a un exilio del que los florentinos se arrepintieron al poco tiempo, vista la magnitud que iba adquiriendo su obra literaria.
Fotografías: Gabriela Torregrosa.