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Pucela los cría y Pedro los junta


Comenté, hace unos días, en la tertulia de amigos ante la cañita de rigor, en la barra del bar, que el asunto Alberto González Amador no es para tanto, que ¿cuánta gente, en edad de producir y ejerciendo, habrá recibido un requerimiento de la Agencia Tributaria? ¿por 350.000 euracos? preguntó Ricardo. Joer macho, ahí si que me has pillao, así que no me queda mas remedio que reconocer que el tal Alberto, trigo muy limpio no debe ser, pero de ahí a montar la que está montando el Psoe con el asunto debería haber un trecho, se ve que están desbocados y desencajados y no tienen mucho de donde tirar, lo que unido a la descompostura que les entra, cada vez que se acuerdan de Ayuso, nos proporcionan unos espectáculos que, si no nos salieran tan caros, nos desternillaríamos de risa, han convertido el Parlamento en el Club de la Comedia, bueno ya lo habían hecho antes, pero se superan cada día.

Una cosa también es cierta, que por mucho que estiréis la alfombra de la acusación por fraude a Alberto, nunca alcanzará tamaño suficiente para esconder la inmundicia propia, y las exageraciones acaban convirtiéndose en tiros que salen por la culata. Yo creo que a Ayuso la estáis haciendo un favor con tanto ataque furibundo y por los flancos, ya que para un ataque frontal no tenéis armas suficientes y en el electorado madrileño se concentra bastante mas materia gris que en el del resto de España, por eso la izquierda lo tiene más complicado en Madrid, al menos la izquierda que en estos tiempos se cría, maticemos, ser de izquierdas no tiene nada que ver con ser tonto, pero, en estos momentos, lo que hay es lo que hay.

Cometió un error Díaz Ayuso defendiendo con tanta rapidez y a ultranza a su compañero, debería haber sido más prudente, haberse limitado a decir que los hechos que se le imputan son anteriores a su relación y nada tienen que ver con la política, que sean los tribunales quienes decidan las medidas a tomar y que, si ha defraudado, lo pague con creces, como todo común de los mortales, ni mas ni menos, es lo justo.

El error puede deberse a que le quiere y ya se sabe que el amor es ciego, si es por eso, se comprende e incluso la favorece, demuestra que, además de buena gobernanta, también tiene corazón y eso hace mejores a las personas. Sin embargo, el Psoe se le ha tirado a la yugular, seguramente en aplicación del dicho de que "dos que duermen en el mismo colchón son de la misma condición" algo que no siempre es cierto y además, la gente puede cambiar, si lo sabrá Pedro Sánchez, que antes decía que iba a traer a Puigdemont para llevarlo ante los tribunales, y ahora va a ir a sujetar un palo del palio bajo el que entrará en España no tardando mucho.

El comportamiento de los socialistas en el Congreso es más que antológico. Los gestos y los gritos de "vergüenza, vergüenza" de la señora Ana Redondo, ministra de igualdad, efectivamente despiertan vergüenza en quienes la escuchamos, vergüenza ajena, vergüenza que ellos no tienen, cuando se les debería caer la cara por lo que están haciendo, y una muestra más de hasta que grado de degeneración hemos llegado como país cuando una ministra se comporta así y quien debería destituirla, no solamente no lo hace, si no que la aplaude, claro que si Pedro ha puesto a Oscar Puente para lo que le ha puesto, que importancia tiene lo de Ana Redondo. Por cierto, los dos de Valladolid y de la misma camarilla municipal, no, si ahora Pucela los cría y Pedro Sánchez los junta.

En lo que han convertido el Parlamento, en un recinto de peleas ¿les queda tiempo para hacer algo de trabajo en favor de solucionar problemas? que no tenemos pocos. Cuando hablan de concordia en Cataluña ¿a que se refieren? porque lo que se observa es justo lo contrario, y en el resto de España ni te cuento, pero si cada día que pasa media España odia mas a la otra media y todo porque con sus leyes fomentan ese odio. Si cuando Feijoo les hace una pregunta sobre la corrupción que soportamos, siempre responden lo mismo "Ayuso dimisión" no les queda un argumento de defensa. Y para eso les pagamos.