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Clásico

Desde mi Tribuna

Por Juan Postigo Vergel

Carreteras infinitas


Tengo la sensación desde hace varios meses de que soy monotemático a la hora de escoger la cuestión que trataré cada semana en mi blog. Es lo que tiene. Al fin y al cabo el mundo también se ha vuelto prácticamente monotemático. Un 90% de nuestra conversación, de nuestro tiempo, se han convertido en Covid o en coronavirus, y la mejor demostración de ello es ver cualquier telediario. Prácticamente en su totalidad la escaleta de cualquier informativo se ha convertido en un aburrido monólogo en el que solo podemos esperar que, al menos, traiga alguna noticia positiva en esta mierda en la que nos encontramos sumidos.

 

El otro día hablaba con un amigo que, pese a todo, no tengo demasiados motivos para quejarme dentro de esta vorágine, más allá del aburrimiento. "Ninguno de mis cercanos ha sufrido con el Covid, aunque alguno sí lo haya pasado. Y en el aspecto laboral no he tenido ningún cambio significativo", decía yo. "Sí, ¿pero la salud mental?", me respondió él. Joder, cuánta razón.

 

Y es que la salud mental es probablemente una de los grandes olvidadas durante esta pandemia. Al no ser visible ni tan medible en ocasiones pasa desapercibida. Y fíjense qué mala noticia. Porque aunque un ingreso en un hospital sea duro, un problema psicológico puede ser igual o peor que este.

 

Poco a poco van pasando las semanas, los meses, y somos conscientes de que hemos perdido nuestra libertad y nuestra vida anterior. Simplemente no estamos viviendo como querríamos. ¿Existe peor noticia para un ser humano? ¿No ser libre, no poder actuar y vivir acorde a como a él le gustaría? Esto obviamente afecta a la cabeza y a nuestro yo interior, más cuando llevamos ya un año de esto.

 

Me encantan los porcentajes, fíjese en la tontería. Si cada persona tiene de vida media en España ochenta y pico años, significa que entre un 1 y un 2% de nuestra vida lo habremos pasado coartados de estas libertades que nos está quitando el coronavirus. Puede parecer una cifra ínfima, pero a la hora de pensar en nuestra cabeza créanme que se trata de un númeroabrumador.

 

Por eso cuídese, cuide a los suyos, a sus cercanos. Es normal que estemos cansados a estas alturas. La vacuna, lenta, nos ha dado ese rayito de esperanza necesario para no enloquecer. Pero ser conscientes de nuestra situación y lamerse las heridas de vez en cuando también es muy lícito.

 

P.D. Videoclip de 'Carreteras infinitas' de Sidonie.