Es verdad que se ha avanzado enormemente en el campo de la inteligencia artificial, pero aún no hemos llegado a ese estadio en el que las máquinas nos dirijan a las personas. Aunque en nuestra vida diaria, empezando por el despertador, estemos guiados durante gran parte del día por unas máquinas llamadas semáforos, no son las máquinas las que nos guían, sino los técnicos que han puesto a punto estas máquinas. No quiero seguir en esta línea argumental, que nos llevaría a discusiones filosóficas o teológicas, sino mostrar simplemente lo fácil que resulta a veces confundir la causa con el efecto, al agresor con el agredido, al estafador con el estafado, al que engaña con el engañado. Un ejemplo muy sencillo, tú te confundes en la declaración de la renta y te conviertes automáticamente en estafador Un político se gasta, dicho suavemente, en "juergas" el dinero de los ciudadanos, y por tanto tu dinero, y resulta que él no está estafando, simplemente se está relajando para después poder trabajar a favor de los ciudadanos.
Tampoco quiero continuar por ese camino. Quiero decir únicamente que ni hay máquinas creadoras de fango, ni los creadores del fango son los periodistas. Los creadores del fango aquellos que con su dinero o con dinero público, a través de la publicidad y de las subvenciones están pagando a unos periodistas para que divulguen noticias falsas o sesgadas. Más importante que investigar a un periodista comprado es investigar al comprador que le ha pagado. Todo periodista tiene sus ideas políticas, como cualquier ciudadano, y debe poder exponerlas libremente Este es su derecho y su deber como profesional. Si hay algún periodista que se ha "pasado" dando información falsa puede ser por error o por malicia, y en este último caso es tan importante juzgar al periodista como a la fuente de la información falsa
Pero poner en duda la profesionalidad de los periodistas es algo enormemente peligrosos Y distribuir la publicidad estatal o de las autonomías en función de la línea política del periódico es corrupción pura y dura. Dictar una ley superflua, pues ya tenemos el Código penal, para mirar con lupa lo que dice la prensa es el camino más rápido para llegar a una dictadura Más que controlar a los periodistas hay que controlar en qué medios publica el gobierno o las autonomías su información oficial, y, en caso de ayuda directa a la prensa -cosa para mí incomprensible-, a qué medios se está subvencionando.
Qué curioso, que la prensa, que es ella la que debería controlar al gobierno, sea la controlada por el gobierno. El controlado se convierte en controlador y viceversa. Lo estamos viendo: Los jueces que han tenido la osadía de molestar al "big brother" quedan degradados a la categoría de acusados, mientras que los acusados se están convirtiendo en jueces. No son los periodistas los que enfangan la política. Son los políticos los que enfangan a los ciudadanos.
Hoy, día en que el Parlamento Europeo ha reconocido a Edmundo González como presidente electo de Venezuela, quiero recordar que esa valentía que el Parlamento europeo ha mostrado hoy y en aquellas ocasiones en que pidió la prohibición de ciertos periódicos rusos por su vinculación a Putin, la tenga hoy frente a aquellos periódicos de la UE ampliamente subvencionados por los respectivos gobiernos nacionales y autonómicos.