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Clásico

Misión sostenible

Por María Teresa Pérez Martín

Cuando Navidad rima con sostenibilidad


Música, luz, frio e ilusión, la Navidad llega a nosotros un año más para hacernos niños y así descubrir la sencillez de un momento tan mágico. Navidad rima con sostenibilidad, en el retorno a esa simplicidad que nos permite apreciar lo que no se ve… que es en el fondo, lo que más vale.

 

Por eso, en estas fechas hay que volcar la balanza: menos compras sin sentido y más poesía; menos desarraigo y un poco más de mística cuántica; menos tecnología que nos atonta y más naturaleza que nos enseña. Y es que paseando por la naturaleza de manera consciente, aprendemos, al entrar en contacto con la memoria universal de la existencia. La Madre Tierra es un espacio multidimensional dónde se archivan todas las vivencias del alma incluyendo todos los conocimientos y las experiencias de las vidas pasadas, la vida presente y las potencialidades futuras. Por eso la naturaleza inspira y recarga al ser humano de su esencia original. Ahora más que nunca, pasear por un bosque hace que nos sintamos rodeados de belleza y silencio, cultivando un sentido innato de pertenencia que nos permite escuchar el pulso de nuestra existencia.

 

Navidad rima con sostenibilidad, cuando nos sentimos parte de algo que nos conecta a todo y a todos, de manera que no nos sintamos indiferente con quienes estamos conectados. La sostenibilidad es justamente el impulso unificador más potente en este momento de la humanidad, y en este sentido, sostenibilidad rima también con Navidad cuando genera en nosotros una sana relación con lo creado. Desde esa humildad del que se siente abrazado por la inmensidad, es desde donde nace la sabiduría para afrontar el futuro de la humanidad.

 

Aprovechemos pues las luces que iluminan nuestras calles y hogares para despertar, abrir los ojos y volver la mirada al mundo, a nuestra cultura y sus tradiciones, y ahora más que nunca, a los valores intrínsecos de la naturaleza.