Buscar nuevas formas creativas para resolver los problemas sociales y ambientales derivados del desarrollo supone innovar en nuestro pensamiento y para ello una buena práctica es pensar fuera de la caja o mejor aún, pensar como si no hubiera una caja. La caja es el status quo que guarda, entre otras cosas, viejos esquemas mentales fruto de nuestro consciente formateado en serie, de nuestros mecanismos automatizados de pensamiento y de barreras emocionales.
A nivel de la sociedad, la innovación iría más allá que simplemente crear una Silicon Valley en los polígonos de nuestras ciudades. Se trata más bien de acelerar la transformación de la sociedad para generar un impacto positivo en el bienestar de todos. Más que en el ámbito digital se tendría que innovar en valores, para fomentar la inclusión social, la alianza intergeneracional, la equidad de géneros, la coherencia política, la creación de redes, el consumo inteligente, etc. y es que cuando hacemos una elección de consumo también estamos innovando.
Para innovar se necesita expandir la mente, con mucha voluntad de experimentar y valor para equivocarse, de manera que se pierda el miedo a rediseñar los procesos sociales y a jaquear los sistemas e instituciones que no proporcionen soluciones sostenibles para el nuevo ecosistema social que se está formando.
Se trata de un ejercicio apto para todos, profesores, educadores, amas de casas, científicos o empresarios que se puede hacer tanto el trabajo diario como en los labs o laboratorios sociales y de innovación que son plataformas de pensamiento alternativo idóneo para encontrar soluciones sencillas y prácticas, generalmente poco costosas, apoyadas en la tecnología digital. En el ámbito empresarial, también se fomenta más que nunca la innovación a través de, por ejemplo, la Estrategia del Océano Azul, que busca dejar a un lado la competencia entre las empresas, ampliando el mercado a través de la innovación. Se busca potenciar el uso del pensamiento lateral, es decir aquel que nos permite movernos hacia los lados para mirar la situación desde otra perspectiva, para encontrar soluciones distintas a las que surgen del enfoque clásico “de frente”.
Pensar fuera de la caja aumenta las posibilidades de crecimiento ¡pero atención! también el riesgo. Si no hay riesgo no hay innovación, ni descubrimiento, ni tampoco evolución y de eso sabían mucho Galileo, Colón o Steve Jobs, por ejemplo. Ellos se arriesgaron a buscar soluciones en lo aparentemente contrapuesto, en la esfera de todo aquello que no es obvio y que según Giulio Quaggiotto, es el lugar desde donde mejor se puede innovar.
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