Mucho tiempo antes de que Internet llegara a nuestros hogares, la desinformación sesgada o falsa sobre los riesgos que afectan a la humanidad conseguían expandirse como la pólvora. A principio de los años 80, se extendió la idea de que el Sida era fruto de un experimento del Pentágono que intentaba fabricar una nueva y peligrosa arma biológica. Con esta teoría en portada, el periódico indio The Patriot llegaba a los quioscos el 17 de julio de 1983, confundiendo a toda la población del país sobre este grave problema de salud pública.
Algo parecido está ocurriendo con la información sobre el cambio climático, pero de manera intensificada por las redes sociales, donde abunda una información confusa y manipulada sobre el calentamiento global en pro del inmovilismo y la inercia. Es en parte por esto que los ciudadanos no se han sentido llamados a presionar a los políticos y no se ha actuado antes. ¡Cuántas veces hemos leído que el cambio climático es un fraude que solo busca frenar el desarrollo industrial de países emergentes! Por otro lado, los políticos están convirtiendo este tema tan serio en una herramienta más para defender una ideología, con el fin de desacreditar a los demás. Todo esto alimenta sin duda la polarización de la sociedad sobre el tema de la crisis climática.
Abordar el problema del clima, ya sea a través de la acción gubernamental o privada, requiere reconocer a fondo el problema y esto no es sencillo porque es intrínsecamente incierto, al igual que toda ciencia que lo estudia. A esta gran incertidumbre se le suma el hecho de que los artículos de los medios de comunicación a menudo simplifican en exceso, mientras que otros son parcialmente inexactos. Las fakes news sobre temas ambientales encuentran su abono en la combinación entre el escaso conocimiento científico de la población en general y los intereses económicos y políticos. La cuestión del clima es tremendamente compleja, pero el periodismo y la sociedad no reparan en matices, toman posibilidades como certezas. El público en general no está dispuesto a dedicar tiempo ni energía cerebral para analizar la verdad detrás de cada noticia que escucha sobre el cambio climático. Se necesita estar muy motivado para sumergirse y aprender los detalles sobre algo complicado, según Anthony Leiserowitz, profesor de la Universidad de Yale que estudia las percepciones públicas del clima. Al leer las noticias, nadie se fija en los porcentajes atmosféricos o en las toneladas de CO2 emitidas… admitámoslo: es una información muy aburrida. Sin embargo, los efectos del clima provocan estados emocionales a gran escala que pueden ser fácilmente manipulados, incluso utilizados fríamente para mover a las masas. El clima mueve emociones, y ahí está el riesgo. La “verdad” toma formas diferentes según los intereses en juego. Por eso, es crucial saber distinguir entre qué noticia contiene información y cuál es la que busca manipular.
Pero como para toda dificultad cotidiana prácticamente existe una aplicación móvil que la resuelve (o lo intenta), la Unión Francófona y la asociación Wikimedia acaban de lanzar "Stop Aux Infox", un nuevo dispositivo capaz de identificar las fake news sobre el cambio climático transmitida en las redes sociales. Utilizan algoritmos para detectar en tiempo real las noticias falsas difundidas en Internet, identificando el contenido más compartido por los clima-escépticos. Una red de 18,000 colaboradores en línea, formada por académicos, periodistas e incluso científicos, será responsable de definir si esta información, preseleccionada por algoritmos, es realmente falsa. Si este es el caso, será denunciado por una "Alerta #StopAuxInfox" al resto de los miembros de la red. De manera algo más profesional y personalizada funciona en el Reino Unido una plataforma llamada DesmogUK, formada por un equipo de periodistas e investigadores que proporciona una fuente de información precisa y basada en hechos para denunciar las campañas de desinformación sobre ciencia climática.
Para los que llevamos muchos años trabajando en la conservación del medio ambiente, nos asusta la información distorsionada, así como todos los nuevos “expertos sobre cambio climático” que han salido como setas en las últimas lluvias. Sabemos que el clima es un problema extremadamente complejo, no solo a nivel científico sino también porque tiene fuertes implicaciones a otros niveles como, por ejemplo: la justicia entre países, el comercio de bonos de carbono, las inversiones financieras, los movimientos migratorios, la explotación de recursos naturales y también en esferas más cercanas como la innovación, la educación, la ética...y nuestra propia supervivencia.
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