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Clásico

Misión sostenible

Por María Teresa Pérez Martín

4 pistas para detectar el greenwashing


La mayoría de las empresas están descubriendo que lo verde vende más y transforman su imagen publicitaria para destacar su compromiso con la protección del planeta. Sin embargo, muchas de ellas hacen trampa y se venden como empresas sostenibles, sensibles ambientalmente e implicadas en el bienestar humano, cuando en realidad es un falso escaparate. Detrás de sus cristales apenas existe el esfuerzo para contaminar menos, reducir su impacto ambiental o respetar los derechos sociales. Esta práctica, conocida desde hace tiempo, se denomina greenwashing, en español, eco-blanqueo, un lavado de cara hacia un mundo verde, una táctica de marketing para aumentar los beneficios.

 

Para conocer hasta qué punto una empresa puede considerarse verdaderamente sostenible, es preciso plantearse una serie de preguntas:

 

La primera pregunta que se puede hacer a cualquier tipo de negocio está relacionada con el producto o servicio que pone en el mercado: ¿son los bienes y servicios, que pone en el mercado, sostenibles por sí mismos?, ¿contribuyen al bienestar de la sociedad?  Si se trata de una empresa del sector de la alimentación, por ejemplo, la pregunta se formularía de la siguiente manera: ¿vende alimentos saludables? o, por el contrario, ¿son productos ultra procesados, genéticamente modificados, usa cantidades importantes de aditivos, azúcares o grasas? A pesar de que se trate de productos que se comercializan y son económicamente rentables, la empresa tiene que observar si los consumidores pueden sufrir de desórdenes metabólicos, alergias o intolerancias, como consecuencia del consumo de sus alimentos, y preguntarse ¿qué es lo que puede hacer para remediarlo? Obviamente, esta es la misma pregunta que tendría que hacerse, igualmente, una petrolera, porque comercializa un producto que debería estar fuera del mercado, para conseguir descarbonizar la economía. Incluso, yendo aún más lejos ¿qué puede hacer la empresa para que estos productos o servicios insostenibles e insalubres para el bienestar de la sociedad, salgan del mercado, aunque sean rentables y respeten la regulación actual?

 

La segunda pregunta se refiere al proceso productivo: ¿es el proceso de producción de los bienes y servicios realmente sostenible tanto ambiental como socialmente? A la hora de fabricar el producto ¿cómo y cuánto está contaminando la empresa?, ¿se están destruyendo hábitats? ¿produce cantidades importantes de gases de efecto invernadero?, ¿está utilizando mano de obra infantil?, ¿respeta los derechos sociales?

 

La tercera pregunta va mucho más allá y está relacionada con la cadena de suministro en la que opera la empresa: ¿son los proveedores dentro de la cadena de suministros realmente sostenibles? Y aquí está es la clave. Es fundamental saber si la empresa adquiere productos o servicios a proveedores cuyos procesos productivos son sostenibles desde el punto de vista ambiental y social. Es cierto que estos productos están fuera del proceso de producción de la empresa, pero ésta tiene la responsabilidad de saber de dónde vienen y cómo se han fabricado. Con la tecnología digital actual ya es posible trazar de donde proviene cada grano de café, cómo se ha producido y si proviene de una región de cultivo sostenible. 

 

La cuarta pregunta se centra en el comportamiento corporativo de la empresa: ¿se comporta la empresa como un buen “ciudadano” ?, ¿está pagando debidamente los impuestos?, ¿está informando de manera transparente y exhaustiva? O si por el contrario ¿forma parte del lobby corporativo que intenta modelar la ley con el fin de obtener mayores beneficios? Es importante conocer si la empresa se guía por estándares transparentes, basados en la ciencia y en la justicia social o si, por el contrario, está eludiendo su cumplimiento, cerrando los ojos a ciertas prácticas poco éticas. 

 

Respondiendo a estas preguntas, cualquier empresa puede empezar el proceso de reflexión necesario para mejorar su triple impacto ESG (medioambiental, social y gobernanza) y conseguir alinear su actividad con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.