En un mundo donde la velocidad es valorada y la productividad es la medida de éxito, parece que vales tanto como el número de tareas completadas hayas logrado. La idea de elogiar la lentitud puede parecer contraintuitiva; sin embargo, en nuestra búsqueda constante de eficiencia y resultados rápidos, a menudo perdemos de vista los beneficios profundos que puede ofrecer un ritmo más lento y deliberado en nuestras vidas. El tiempo es lo que más queremos y peor utilizamos decía el filósofo William Penn.
La paradoja de la velocidad: En la sociedad moderna, la velocidad se ha convertido en una virtud. Se nos enseña desde pequeños que debemos hacer las cosas rápidamente, alcanzar metas en el menor tiempo posible y maximizar nuestra productividad en cada momento. Sin embargo, esta obsesión con la velocidad puede tener consecuencias como el estrés crónico, la ansiedad y la sensación de agobio. Además, la prisa constante puede dificultar nuestra capacidad para disfrutar del momento presente y conectarnos realmente con nosotros mismos y con los demás.
¿De qué sirve acelerar la vida para frenar nuestro bienestar? Nos apunta el Mago More.
Beneficios de la lentitud
Practicando la lentitud. Practicar la lentitud no significa abandonar nuestras responsabilidades o renunciar a nuestras ambiciones. Más bien, se trata de encontrar un equilibrio saludable entre el hacer y el ser, entre la acción y la contemplación.
Algunas formas de incorporar la lentitud en nuestra vida diaria incluyen:
Meditación y Mindfulness: Tomar unos minutos cada día para meditar o practicar mindfulness puede ayudarnos a cultivar la atención plena y la serenidad en medio del ajetreo de la vida moderna. Cuando estés cansado, dale descanso a tu cuerpo.
¿Es posible vivir sin imponer a la vida nuestras preferencias? Ganaríamos mucho si en vez de enjuiciar las cosas las afrontásemos. La vida es para vivirla, mejor que solo soñarla. La vida es estar atento.
Disfrutar de las Pequeñas Cosas: Detenerse a saborear una taza de té verde, disfrutar de una caminata tranquila por la naturaleza o simplemente observar el mundo a nuestro alrededor. Tómate un café contigo mismo: no esperes, haz una pausa y habla contigo mismo. Comparte el silencio. Practica la solosofía: arte de sentirse completo y saber disfrutar la vida en solitario.
Establecer Límites: Aprender a decir "no".
Cultivar la Paciencia: Recuerda que paciencia significa esperar contento. Paciencia no es solo esperar sino cómo nos comportamos mientras esperamos. Reconocer que las cosas importantes en la vida a menudo requieren tiempo y esfuerzo.
Dormir bien. Factores que estropean el sueño: noticias catastrofistas, pantallas, comidas copiosas, discusiones familiares.
Carl Honore en su libro 'Elogio de la lentitud' nos propone:
Acostúmbrate a ir más despacio y verás qué bien sienta.
Dicen que eres tan feliz como el tiempo que dedicas a tu desayuno. ¿será verdad? Pruébalo.