Los valores de la ONCE no solo se reflejan en sus actos de cada día y en las numerosas ayudas que ofrecen a los que más lo necesitan, sino también en Oncelio, un protagonista que refleja las aptitudes del Grupo Social en su imagen corporativa. Tras las dos primeras entregas de esta serie donde se desglosaba las dos ‘patas’ de Oncelio, una de ellas coloreada de rojo que representa la responsabilidad y la otra de verde que representa la sostenibilidad, llega una de sus partes más importantes.  

EL color azul de Oncelio simboliza la profesionalidad que es uno de los valores de la ONCE que lleva consigo el esfuerzo, la dedicación, la pasión y la responsabilidad que se tratarán de explicar en este nuevo capítulo, el tercero de la serie. En este aspecto, su misión principal es mejorar la calidad de vida de las personas ciegas o con discapacidad visual grave a través de la prestación de una amplia oferta de servicios sociales que permite su inclusión social plena: educación, empleo, rehabilitación, tecnología adaptada, ocio, deporte…

Con todo y con ello, el Grupo Social va más allá. Araceli de las Heras es la jefa de Servicios Sociales de la ONCE y reconoce a Tribuna las medidas que llevan a cabo para que ese proceso acabe siendo un éxito: “Se proporciona a las personas con discapacidad visual una serie de técnicas, estrategias y recursos que les permiten participar en cualquier actividad de la vida cotidiana. Con el fin inexcusable de responder a esa exigencia que nos planteamos, contamos con equipos multidisciplinares de profesionales que, día tras día, acompañan a nuestros afiliado aportando una esmerada atención especializada y específica”.

LA DECISIÓN DE AFILIARSE: “EL MOMENTO MÁS DÍFICIL”

El contexto del proceso es el siguiente paso a la adaptación y, sobre todo, a la afiliación. Aunque hay casos y casos, en la mayoría de las ocasiones, esa persona ha tenido que luchar consigo mismo para verse, a pesar de la infinita ayuda que les presenta los familiares, sin la fuerza suficiente como para prescindir de la prestación social que, según sus necesidades, le puede ofrecer la ONCE.

“Cuando alguien viene a afiliarse, posiblemente sea el momento más difícil. No es fácil dar ese paso. Habitualmente vienen acompañados por su familia. La acogida es un encuentro a menudo duro, pero necesario, como demuestra el hecho de que el cambio se inicia de modo generalizado a partir de ese mismo momento. A medida que van ganando confianza, tienen también mayor capacidad para plantear sus necesidades, sus temores, sus experiencias, lo cual es el mejor camino para seguir mejorando”, asegura Araceli.

Además, dichas personas suelen coincidir en algún aspecto en concreto: “Es muy común que cuando vienen a afiliarse, tengan una visión individualista de su circunstancia.  Sin embargo, de inmediato, empiezan a asimilar que hay más personas que están en su misma situación. Las mismas que, pasado el tiempo, admiran”.

EL FACTOR DE LA PANDEMIA Y EL 2022

El coronavirus ha pasado también por los Servicios Sociales de la ONCE afectando al número de personas afiliadas, ya que “en aquellos momentos, se planteó la complicada tarea de conseguir más afiliaciones en circunstancias tan extremas”. Ante ello, tomaron la mejor solución utilizando esa dedicación mencionada anteriormente: “No renunciamos a ningún objetivo, redoblamos esfuerzos trabajando con todos nuestros profesionales y, todo ello, sin bajar la guardia. Tengo que mencionar a nuestros voluntarios que fueron clave”. No obstante, pudieron contactar con los 4.150 afiliados que cuentan en Castilla y León de manera presencial y virtual.

Esta razón provocó que en 2021, concretamente, llevaron a cabo acciones específicas con los Servicios de Atención Personal que fueron destinados a 2.200 afiliados. Es decir, a más de la mitad del total (53%). Por eso, en este 2022 quieren superar dichas cifras “intentando llegar cada vez a más personas, fundamentalmente, a personas que viven en soledad, personas con sordoceguera y aquellas que viven en las zonas rurales dentro de la Comunidad”.