El paro comenzaba a las 00.00 horas y los trenes deberían funcionar con los horarios habituales este lunes
Respeto, insolvencia y mala fe
Pablo Iglesias arremetió el otro día, en esa "Universidad de otoño" que es la única en la que todavía le dejan sentar cátedra, contra la elegante y amable Yolanda. Según dijo el exvicepresidente, ahora convertido en azote de Ferreras a falta de poder azotar a Mariló, Yolanda quiere que a Podemos le vaya mal en las autonómicas y municipales para ver si así consigue de una vez que despegue eso de Sumar, que según ella es una plataforma que no va de siglas, según los de Pablo es un partido y según el resto del mundo una pamema.
Respeto es lo que le pide Pablo a Yolanda mientras la llama estúpida. Porque según dice el haragán, lo que ha hecho la vicepresidenta en el Ministerio de Trabajo es "histórico", pero lo ha hecho porque Podemos, ósea él, la puso ahí. Vale que lo de "histórico" puede sonar un poco a coña para la ministra de Trabajo de un país con un 13% de paro, más los disfrazados de fijos discontinuos, pero si lo comparamos con lo que hizo Iglesias al frente del Ministerio de Asuntos Sociales, resulta mucho menos indignante.
Pablo pide respeto, pero lo que en realidad quiere son puestos en las listas electorales de la candidatura de Yolanda que garanticen a Irene, a Ione, a Lilith y al resto de sus camaradas sobradamente preparadas poder seguir parasitando cuatro años más a cuenta de nuestros impuestos. Por un beso de la flaca Pau Donés hubiese dado lo que fuera. Pero como vimos en la Uni de Podemos, la arremetida contra Sumar para exigir escaños para ella y las de su cuchipandi en la próxima legislatura le bastó a Pablo para conseguir un beso de la ministra de Igualdad. Que ni cuarenta kilos de salsa, ni en la cara dos soles, pero tanto da.
Así que lo del respeto, pues en realidad es más bien un "no andes jodiendo con las cosas de comer, que el chalé hay que seguir pagándolo, sobre todo ahora que suben las hipotecas. Y hay que mantener también el pisito de soltero en Barcelona, la ciudad en la que más han subido los alquileres gracias a los esfuerzos de Ada Colau para limitarlos. Los de Podemos, que culpan a Yolanda de la debacle en Andalucía, donde presentaron una candidatura que era una ensalada de siglas imposible de recordar sin emplear algún truco mnemotécnico, parecen empeñados en repetir la misma fórmula en las generales.
Einstein recomendaba no hacer lo mismo si esperas conseguir resultados distintos, pero los de esta tropa no son precisamente genios ni premios Nobel. Así que lo que quieren es seguir con el rollo de las confluencias, al estilo de Boric en Chile, y le han explicado a Yolanda que "no hay discurso más reaccionario que el de quien dice que los partidos son el problema". Así que nada de plataformas. Lo que quieren es confluir. Y sobre todo decidir el orden de las listas para que Yolanda vaya de número uno por Galicia y poner a Irene de cabeza de lista en Madrid. Y si no cuela, pues Yolanda primera en Madrid e Irene segunda, que tal y como están las cosas ya ni el tercer puesto les parece suficiente garantía para la reelección.
La trifulca con Yolanda, que anda la pobre "dejándose la piel por este país", cuyo nombre, dicho sea de paso, no se atreve a pronunciar, no va de respeto, sino de Irene Montero. Cuando Pablo Iglesias se pone en plan Aretha Franklin a cantar "R-E-S-P-E-C-T", lo que suena en realidad es el "Quítate tú pa ponerme yo" de Johnny Pacheco. Podemos se ha convertido en la oficina de colocación de Montero. El partido ha estrenado eslogan, "la fuerza que transforma" y un nuevo logo que según cuentan "evoca los principios del partido, su solvencia institucional y la agilidad de una organización que guía las principales transformaciones progresistas y feministas en nuestro país". Eso, sobre todo solvencia, que ya sabemos todos los españoles quién es aquí el insolvente.
Los solventes son los de Montero y el Gobierno de Sánchez en su conjunto, que no es capaz de ejecutar los fondos europeos. Y eso que visto lo visto esta semana, no debe ser tan difícil cuando en cuestión de horas el Gobierno ha pasado de adjudicar 187 millones a Volkswagen a concederle 397. Y solo ha hecho falta amenazar con largarse a otro país. Ni papeleo, ni burocracia, ni concursos. Solo una llamadita en plan Pimpinela, "me despido de ti y me voy", y de repente todo arreglado, que no te marches Wayne, que te doblo la pasta que te daba ayer y te prometo otra morterada el año que viene, ya si eso.
Un Gobierno que está muy preocupado por homologar nuestra legislación a la de los países europeos en el delito de sedición, pero le importa una mierda cuando se trata de poner impuestos a los bancos o a los ciudadanos por su patrimonio. La ministra de Industria, Reyes Maroto, otro ejemplo de solvencia, solo ha licitado 800 millones de los 3.000 previstos para el PERTE del vehículo eléctrico. Lo ha hecho tan bien que la van a premiar con la candidatura a la Alcaldía de Madrid. A ver si con un par más de navajitas plateás y pintarrajeás le mueve la silla al alcalde español que mejor toca el balón, con permiso de Óscar Puente, que anda últimamente más dedicado al skate y a los graffitis.
Solvente, que duda cabe, es este Gobierno que ha conseguido que los hogares españoles sean los que más poder adquisitivo han perdido de toda la OCDE en estos últimos tres años. Según el último informe de esta organización, los ingresos reales per cápita de las familias españolas estaban en el segundo trimestre de este año un 6,7% por debajo del mismo periodo de 2019, cuando la media del resto de países ha subido un 2,9%. Pero según el Gobierno, vamos como un tiro. Nos lo repetía el otro día la otra Montero, la de Hacienda, cuando presumía de los datos de paro de octubre. Claro que luego la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, decía que atravesamos "momentos de extrema dificultad", para pedir a los transportistas que no vayan a la huelga.
Una cosa y la contraria, en cuestión de horas, incluso el mismo día. ¿Será insolvencia o mala fe? Lo que tampoco sé si es insolvencia, mala fe o las dos cosas a la vez, es lo de la vuelta la burra al trigo con la Sanidad de la comunidad de Madrid. Debe haber sido al viajar a Senegal, o a Kenia, que no lo acabo de tener del todo claro, cuando Sánchez se ha dado cuenta de lo mal que está Madrid. Y el martes pasado ordenó a la ministra de Sanidad, Carolina Darias, que sabe mucho de Medicina porque es licenciada en Derecho, convertir una rueda de prensa, en la que se supone que se informa de las decisiones tomadas por el Consejo de Ministros, en un mitin contra Isabel Díaz Ayuso.
Sin duda la sanidad es en España mucho mejor que la de Senegal o la de Kenia, pero deja mucho que desear, especialmente la atención primaria. Faltan médicos de familia, están mal pagados y trabajan en condiciones lamentables. Pero es un problema estructural del país, no solo de Madrid, como bien saben los castellanos y leoneses, los castellano-manchegos, los extremeños, los aragoneses o los catalanes. Y alguna culpa tendrá la ministra del ramo. Y si no tiene ninguna, porque lo de la Sanidad solo depende de los gobiernos autonómicos, no sé para qué necesitamos ni a Darias ni a su ministerio. Lo que sí necesitamos es más respeto, menos insolvencia y por supuesto mucha menos mala fe.
También se negociarán las mejoras salariales y la implantación de la jornada de 35 horas
También planteará que difundir la ubicación de los controles policiales se considere una infracción muy grave
Según el consejero de Presidencia, "no vamos a consentir a Ione Belarra que haga declaraciones de esas características" ni que "ofenda" a Madrid con ellas