La fundación, principal operador cultural de Castilla y León, y la Diputación de Palencia trabajan en un acuerdo
El Siglo de Oro, un filón impresionante del que nace la novela del palentino Germán Díez Barrio
Pícaros, busconas, palomos desplumados, tahures, logreros, buscavidas y matones son algunos de los perfiles que desfilan por este relato mitad historia, mitad ficción
El turismo, el cine, el teatro y especialmente la literatura han encontrado en el Siglo de Oro español (XVI-XVII) el escenario idóneo para ambientar itinerarios, largometrajes, montajes teatrales y novelas como 'Alma soberana', que acaba de publicar el escritor palentino Germán Díez Barrio.
"Es un filón impresionante, una época que da mucho juego por las intrigas cortesanas, vidas desordenadas abocadas al juego y lances pendencieros, amoríos sin norma... caracterizado en suma por las ganas de vivir que había entonces en una España plagada de mancebías y mesones donde se jugaba sin medida", ha explicado el autor a EFE.
Eran los años en que ya comenzaba a escasear el oro que a espuertas entraba desde el Nuevo Mundo y cuyas escurriduras apuraban todos, nobles y plebeyos: "No quería trabajar nadie, ni los pobres... era algo innoble, como mancharse las manos", ha apuntado este escritor especializado en literatura infantil y juvenil.
Madrid, Valladolid, Granada, Córdoba, Salamanca y Sevilla, por diversas razones vinculadas a las estancias de la Corte, universidades o a la entrada y salida de mercancías y personas al Nuevo Mundo, son algunos de los escenarios de 'Alma soberana' (Platero Editorial), un relato centrado en el Conde Villamediana.
Germán Díez ha trenzado toda su novela en torno a este personaje, muerto por mano airada en 1622, supuestamente por encargo de Felipe IV y su valido como respuesta a los galanteos del noble sobre la reina consorte, Margarita de Austria, algo en lo que hasta el propio Góngora echó su cuarto a espadas en forma de versos: "Mentidero de Madrid/ decidme, ¿quién mató al conde? (...)".
"La verdad del caso ha sido/ que el matador fue Bellido/ y el impulso soberano", ha añadido Díez, con los versos de Góngora, este escritor y profesor de instituto jubilado al justificar la elección de 'Alma soberana' para el título de esta nueva incursión suya por el Siglo de Oro después de 'El cocinero del rey' (2014).
Pícaros, busconas, palomos desplumados, tahures, logreros, buscavidas y matones son algunos de los perfiles que desfilan por este relato mitad historia, mitad ficción "porque hay que poner algo de salsilla", una galería de personajes perfectamente reconocible en la actualidad: "Un calco modernizado", ha resumido con ironía.
A veces la realidad supera a la figuración como ocurrió entre Góngora y Quevedo, 'haters' de la época pero entre sí, lo que también pasa a explicar Germán Díez (Buenavista de Valdavia, Palencia, 1952).
"Góngora se arruinó jugando a las cartas y tuvo que vender la casa en Madrid, lo que aprovechó Quevedo para comprarla y poco menos que echarle de mala manera", ha explicado divertido sobre este episodio ocurrido en un lugar de Madrid, situado en el Barrio de las Letras y que a día de hoy recuerdan los guías y señaliza una placa.
El Siglo de Oro "fue de muchos contrastes entre la mojigatería de las misas diarias y el galanteo, las mancebías y los corrales de comedia: había muchas ganas de vivir", y en todos los sitios coincidían, aunque por separado, todas las clases sociales, desde los menesterosos hasta los nobles, los de apariencia y los influyentes, que de todo había.
Entre estos últimos figuraba Juan de Tasis, el conde de Vilamediana, desterrado por Felipe III y recuperado en la Corte por Felipe IV que, según insinuó Góngora, fue el autor intelectual del ataque que acabó con la vida del galán de la reina.
Con un guiño literario al 'Lazarillo de Tormes' (1554), la primera novela picaresca al decir de los estudiosos, concluye Germán Díez su relato sobre el de Villamediana, al situar una escena de 'Alma soberana' en el Mesón de la Solana, donde el ciego se topó con Lázaro González, en un costadillo de la Plaza Mayor de Salamanca.
Las 18 jornadas del evento congregaron a un total de 12.600 espectadores
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