Era una de las incógnitas de las elecciones autonómicas del 28M y, a expensas de la forma en que se materialicen algunos de los potenciales pactos entre el PP y Vox en lugares como Comunidad Valenciana, Murcia, Aragón, Baleares, Cantabria y Extremadura, el resultado conjunto causa una liberación en ambos partidos en Castilla y León.

El denominado 'foco nacional' que tantos quebraderos de cabeza ha generado a la coalición de ambos partidos en Castilla y León desde las elecciones de 2022 y que se mantuvo tras las elecciones andaluzas puede quedar atrás si los acuerdos en esos territorios cuajan, algo previsible, aunque los próximos días pueden deparar sorpresas en territorios donde la distancia argumental entre el PP y Vox va a ser difícil de argumentar, como en la vecina Extremadura.

También entra en juego la decisión que tenga sobre estos acuerdos el líder nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, quien llegó al cargo justo después de las elecciones en Castilla y León y que tiró de perfil bajo a la hora de referirse a la investidura del presidente Alfonso Fernández Mañueco gracias a los votos de Vox, y que respiró cuando comprobó que Juanma Moreno podía gobernar en solitario en Andalucía.

Ahora es diferente, los acuerdos y la forma en que se alcancen estarán pilotados por Feijóo y las típicas rencillas en las negociaciones, pero sobre todo el resultado final, tendrá su incidencia en la forma en que podrá presentarse en las elecciones generales previstas para final de año en este 2023.

La mayoría absoluta conseguida por el PP de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid rebaja la dimensión de esos acuerdos y limita las posibles diferencias de criterio que pudieran surgir entre la propia dirigente madrileña y la dirección nacional de su partido.

Tanto en el PP como en Vox, los dirigentes autonómicos de Castilla y León reconocían el respiro que supondría para ellos que el Gobierno autonómico dejara de ser la excepción, especialmente en el caso de los populares, ya que confían en que las tensiones internas puedan quedar aminoradas, mientras que para los de Juan García-Gallardo supone una especie de refrendo de su papel como socio del PP en las instituciones, reforzado en la Comunidad con los casos de Valladolid y Burgos, pero también con la influencia que pueden tener en ciudades como Segovia e incluso Palencia.

REFLEJO EN LOS AYUNTAMIENTOS

En clave interna, el pacto entre el PP y Vox a nivel autonómico se reeditará al menos en Valladolid y Burgos, donde los candidatos populares Jesús Julio Carnero y Cristina Ayala, respectivamente, al frente de ambas alcaldías, pero con la necesidad de contar con Vox para acceder a los cargos.

No ha ocurrido lo mismo en Salamanca, donde el PP se ha librado de tener que formar una coalición como la que tuvo que fraguar en la anterior legislatura con Ciudadanos, y se ha impuesto con una mayoría absoluta para dejar sin efecto los tres concejales con los que Vox ha irrumpido en el ayuntamiento salmantino.

Algo similar va a ocurrir en Segovia, donde el popular José Mazarías va a ser alcalde previsiblemente sin la necesidad de tener que incluir a Vox en su equipo de gobierno, ya que suma más que el resto de partidos de la izquierda juntos, mientras que el escenario más complejo en materia de pactos para el PP se presenta en Palencia.

En la capital palentina no basta con el potencial acuerdo entre el PP y Vox, sino que tras la victoria de la socialista Miriam Andrés todo está en manos de la nueva candidatura Vamos Palencia, mientras que en el resto de ciudades -Soria, Zamora y León- ambos partidos estarán en la oposición a los previsibles gobiernos municipales del PSOE, de IU y PSOE y de PSOE y UPL, respectivamente.