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Raquel Díaz: "A veces no puedo dejar de pensar en la muerte, pierdo la fe en la justicia y en los seres humanos"

Cuatro años de la salvaje agresión en que el expolítico Pedro Muñoz, su exmarido, dejó parapléjica y con graves secuelas neurológicas a esta abogada leonesa de 48 años que ansía desesperadamente una plaza en un centro adecuado "para poder seguir viviendo"

Raquel Díaz: "A veces no puedo dejar de pensar en la muerte, pierdo la fe en la justicia y en los seres humanos"
Raquel Díaz, antes y después de sufrir una brutal agresión de su entonces marido el 27 de mayo de 2020 en Toreno.
Susana Martín
Susana Martín
Lectura estimada: 14 min.
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Sufrió tales golpes en la cabeza que aún le atormenta en pesadillas aquella última paliza que le dio su entonces marido. "He olvidado detalles de muchas, pero esa es difícil que la olvide", cuenta. Es Raquel Díaz (Villablino, 1976), que hasta hace cuatro años "era muy deportista" y vivía "moderadamente feliz, menos cuando me maltrataba". Raquel era abogada y formaba parte del turno de oficio de violencia de género en los juzgados de Ponferrada.

Hace cuatro años, el 27 de mayo de 2020, un miércoles, su vida cambió para siempre. "La cambió él -precisa-, mi calvario en casa había empezado mucho antes, cuando conocí a mi agresor", relata, "pero esa tarde... esa tarde me jodió la vida para siempre". Mantiene el tipo cuando cuenta su infierno de malos tratos y amenazas, y se rompe a veces cuando habla de la soledad de estos cuatro añoseste tiempo y de cómo "casi todos" siguen dándola por muerta. Continúa interna en un centro geriátrico de algún lugar de Castilla y León, aunque confía en que alguien se acuerde de ella "y no tenga que seguir encerrada y sufriendo, como si la condenada fuera yo". 

- Este lunes se cumplen cuatro años desde aquel 27 de mayo de 2020 en que cambió para siempre tu vida, Raquel…

- Pues sí, cuatro años de sufrimiento y con mi vida partida en tres… Con la columna vertebral partida y el milagro de que al final haya podido mover los brazos y “sólo” quedarme parapléjica. Al menos puedo mover el tren superior y doy gracias por ello todos los días. El no poderme levantar para ir al baño o coger un mando a distancia parecen chorradas, pero son cosas muy importantes. Mi vida no cambió, la cambió él, que es muy diferente.

- ¿Sigues teniendo pesadillas con aquella tarde?

- Muchísimas pesadillas, constantes. De aquella tarde y de todo lo que pasó. Durante un tiempo dejé de tener pesadillas, pero después a veces vuelven. Lo que me atormenta es que muchas noches me pregunto qué narices he hecho yo para merecer este calvario. También es un tormento contra mí misma, por haber consentido tantas cosas y estar ahora como estoy, por no haberme ido definitivamente de esa casa nunca, aunque lo intenté varias veces.

- ¿Te culpas?

- Ese es el mayor de mis calvarios, el sentimiento de culpabilidad. No logro hacer las paces conmigo misma, no logro asimilar todo esto tan terrible que me ha ocurrido.

- ¿Recibes asistencia psicológica?

- Sí, de vez en cuando me ve una psicóloga en el geriátrico de Castilla y León donde estoy viviendo ahora. Me dice que tengo un estrés postraumático salvaje: por haberme quedado en silla de ruedas, y porque esto no me lo causó cualquiera, sino la persona que yo amaba, y eso lo llevo muy mal. Todos los días, y más cuando tengo que estar encamada, como la última semana, me torturo con qué habré hecho yo para merecer esto. No lo entiendo.

- Tu exmarido, Pedro Muñoz, condenado, aunque sin sentencia firme todavía, llegó a decir en el juicio que habías sido el amor de su vida…

- ¿Cómo alguien que dice eso me hizo lo que me hizo a mí…? No lo puedo comprender.

- ¿Te hubiera gustado que en algún momento reconociera los hechos, que te pidiera de alguna manera perdón?

- Me habría aliviado muchísimo… Que de una u otra manera me pidiera perdón sería bueno para mí… Pero además llevó a cabo un alzamiento de bienes por el que se le juzga ahora, a él y a sus dos hijos. Es todo tan atroz… A mi agresor le conozco bien, y no le veo capaz de reconocer los hechos y pedirme perdón jamás, antes... se pegaría un tiro.

- Con todo lo que ocurrió, sigue pareciendo un milagro que estés viva y tan recuperada…

- Sin duda, lo es. Como declararon los forenses en la vista oral en la Audiencia de León, es un milagro. Así lo siento cada día, siento que estar viva es un milagro, así que intento dar gracias a Dios, y pensar que por mal que esté... sigo viva y aún puedo compartir momentos especiales con mis seres queridos, aunque si te digo la verdad...tampoco dejo de pensar en la muerte.

- ¿Has pensado mucho en la muerte en estos años?

- Muchísimo… Yo tenía otorgado un testamento vital y el agresor no hizo uso de ello. Él tenía conocimiento de que yo lo había firmado y no dijo nada a los médicos, no informó de ello. Ha habido muchos momentos, demasiados, en que sólo quería morirme. La vida que llevo no es una vida, no lo es… Estoy peor que en una cárcel, estoy muerta en vida, mírame. En muchos momentos de estos cuatro últimos años hubiera preferido estar muerta, te soy sincera. Durante un tiempo, confiar en que por fin se señalara el juicio me dio fuerzas para seguir viviendo. Y ahora, a la espera de los recursos, porque mi agresor recurre y recurre para ganar tiempo, lo que me da fuerzas para seguir viva es confiar en que por favor alguien piense en mí y me den plaza en un centro adecuado para mí. Pero a veces no puedo dejar de pensar en la muerte porque pierdo la fe en la justicia y en los seres humanos.

- ¿Tu deseo habría sido morir aquel día en Toreno?

- Sí. Habría sido morir aquella tarde, no pasar este sufrimiento de estos cuatro terroríficos años.

- Pero a menudo cuentas que estás agradecida por estar viva, y que a pesar de todo siempre merece la pena vivir…

- Claro… Porque gracias a estar viva y con mis facultades mentales bastante recuperadas, ahora me da fuerzas querer ayudar a otras víctimas de violencia de género. Que Dios me haya dado esta posibilidad me vuelve a dar la vida otra vez, pero sinceramente a veces no tengo fuerzas para seguir. La paciencia y la confianza tienen un límite, y mi calvario está siendo muy, muy doloroso.

- ¿Eres creyente?

- Sí, y sobre todo desde que me ocurrió esto, ahora lo soy mucho más. Me he vuelto más creyente, voy a misa los fines de semana y me ayuda mucho. En los últimos días, por ejemplo, he estado postrada en una cama, sin poder ni ver la calle, por unas heridas en los glúteos que tengo de vez en cuando, por estar postrada en la silla de ruedas, por la presión sobre la silla… Estos días he echado mucho de menos no poder bajar a la misa, porque de alguna manera me consuela. También echo de menos ver a mis compañeros de esta residencia… estar con gente, respirar un poco de aire, fumar unos cigarros… Quería dejar de fumar al tener sentencia, pero no contaba con que mi agresor formulara recursos contra todo, y sólo lo hace para postergar el pago de mi indemnización… Así que sigo fumando, y eso que aquí no me dejan fumar lo que quiera, estoy entre ancianos y tengo que seguir unas normas estrictas, aunque yo tenga 48 años, no sea una anciana y necesite fumar un poco más. Es un centro muy adecuado para personas mayores, no digo que no lo sea, pero desde luego que no es el mejor lugar para una persona en mis circunstancias. ¿Nadie se da cuenta de que yo ya he sufrido bastante, que vivir encerrada aquí es como un castigo? A veces creo que en la cárcel estaría mucho mejor...

- ¿Cobrarás la indemnización?

- No… Sencillamente no, porque mi agresor no tiene 15 años, tiene 67 años. Su intención es no pagarme un céntimo, ya lo verás. Fíjate lo que hizo nada más entrar en prisión, descapitalizarse con ayuda de sus dos hijos y de su notario amigo. Yo estaba muriéndome y él debía de sentirse impune, como siempre, así que se le ocurre a los diez días de intentar matarme donar todo lo que tiene para no pagarme a mí si le condenaban... En realidad, pienso que todos creyeron que yo me iba a morir, y mírame, molida pero viva, aunque les pese a unos cuantos. Viva y dispuesta a seguir peleando hasta el final. Según la ley, algo me tendrá que pagar, aunque no el millón y medio que señala la sentencia condenatoria. Y hay que tener en cuenta que sus obligaciones penales no las heredarían sus hijos si él no vive… Cobraré poco, tarde y mal, pero supongo que parte de la indemnización me llegará.

- Si te indemniza, ¿te sentirías mejor, en algún modo?

- Sin duda. Podría estar en un centro adecuado a mis circunstancias, podría hacer un regalo a mi hija por todo lo que ha tenido que pasar en estos años, no sólo desde 2020 sino desde que empecé a salir con el agresor, menudo infierno… Mi sufrimiento empezó desde que conocí a ese hombre… Incluso cuando preparábamos la presentación del partido (Coalición por el Bierzo), incluso antes de mi primera intervención ya me ponía a parir "por lo mal que hacía todo", y ya empezaron las agresiones verbales… Las físicas comenzaron antes de irse a un viaje a Oporto, fue terrible, y yo seguí con él, me casé con él, me siguió machacando.... Si recibo esa indemnización, mi idea es ayudar a mi hija y ayudar en lo que pueda a mujeres que estén pasando por lo que yo pasé.

- No parece fácil frenar esta lacra que es la violencia de género…

- No lo es. Cada día conocemos más casos. Nadie hace nada en serio por evitarlo. Y mira lo que me ocurrió a mí… que viví, pero mira dónde y cómo estoy, ¿nadie se acuerda de las supervivientes?

- ¿Te sientes abandonada?

- A mí todos me dieron por muerta, era lo que convenía. En el partido, mis compañeros de profesión, los políticos, tantas amistades... Para casi todos, Raquel ya no existe. No me ven, así que no se les cae la cara de vergüenza.

- ¿Cómo se lleva ese abandono que relatas, esa soledad que sientes?

- Muy mal… Es una de las peores cosas que he sufrido. Un calvario añadido.

- ¿Te has llevado muchas decepciones?

- Muchísimas… muchísimas, infinitas.

- ¿Algunas son más dolorosas que otras?

- Las peores, las de parte de mi familia, que no entiendo por qué algunos se han olvidado de mí… Es como si me castigan a mí, y yo me pregunto qué he hecho para que me hagan esto, para que me ignoren así. Me hacen sentir culpable dándome por muerta. También ha sido durísimo ver cómo grandes amistades que antes decían que éramos como familia me han dejado de lado, no me iban a ver ni cuando estuve en Ponferrada viviendo. Yo pregunto a Dios qué he hecho para merecer esto… 

- Pero tienes días en que estás animada, haces actividades, sigues teniendo sueños... "Siempre hay sitio para la esperanza", sueles decir tú...

- Estos días estoy mal porque he tenido que estar muchos días encamada y esto es aún más duro, como si estuviera tetrapléjica. Sigo interna en un geriátrico, otra de las cosas que me tiene partida… Que quien pueda ayudarme me saque de aquí de una vez, lo pido por favor. Desconozco por qué nadie se acuerda de mí, no entiendo el bloqueo institucional a las víctimas de violencia de género… ¿Cómo puede ser que haya logrado vivir y me tengan encerrada entre ancianos o enfermos psiquiátricos? He pedido un centro en cualquier parte de España, lo he suplicado… Lo vuelvo a pedir, pero de momento nadie me ayuda. Confío en que alguien mire cómo estoy y me ayude a conseguir plaza, se lo pido a Dios todos los días, porque yo ya he sufrido bastante y esto es desesperante. Bueno, a Dios y a cualquier político que de verdad quiera ayudar a quien lo necesita. ¡Estoy viva, sigo aquí, ayúdenme!

- Este lunes se celebra precisamente en Ponferrada otro juicio a tu exmarido y sus hijos por alzamiento de bienes, Raquel. ¿Tú asistirás?

- No, no, yo no puedo más, pero estará Patiño, mi abogado. Qué suerte he tenido encontrando a un abogado honrado que defiende mis intereses, estoy muy agradecida, y más después de ver lo que hicieron y lo que no hicieron mis colegas de Ponferrada. Por eso tuvimos que buscar un letrado lejos, en Galicia, aquí nadie se atrevía, no sé si por miedo o porque la gente pasa de lo que les ocurre a otros, como si esto no le pudiera pasar a cualquiera de su entorno. El juicio de este lunes se celebra justo cuatro años después del día en que me dio la paliza, el día en que el agresor intentó asesinarme… Fíjate qué casualidad que se señale el juicio en esa misma fecha. Es una vergüenza que después de lo que hizo cometiera otro delito, porque intentó deshacerse de sus bienes para no pagarme. Y no olvidemos que le ayudó un notario, que eso es otro delito, aunque esa persona haya fallecido.

- A sus hijos se los ha imputado como cooperadores necesarios por ese presunto alzamiento de bienes…

- Por mucho que ahora mientan, sus hijos sabían perfectamente lo que intentaba hacer su padre, que era no pagarme si resultaba condenado por intentar matarme, como así fue. Me parte el alma que Ruth, que es madre de cuatro niños, pueda llegar a ingresar en prisión, pero que se pregunte por qué ha cometido ese delito, por qué mintió en el juicio...

- ¿Crees que resultarán condenados los tres?

- Pienso que sí, que serán condenados, creo en la justicia y ellos cometieron un delito que debe ser castigado.

- ¿Puedes llegar a entender que esos hijos apoyen a su padre?

- Nunca pude entender cómo Ruth declaraba en el juicio a favor de su padre, porque ella sabe perfectamente cómo es su padre, cómo fue siempre, y también ella tiene dos hijas que un día podrían ser víctimas… Y que su hijo, Junior, apoye a mi agresor, tampoco lo entiendo, es una absoluta vergüenza, nos llevábamos muy bien. Yo sé que a su hijo yo le caía especialmente bien, y con Ruth me llevaba bien, ella me ayudó cuando me fui de casa a Villafranca del Bierzo, ella me decía que no dudara, que su padre no iba a cambiar… Pero fíjate qué cosas dijeron en el juicio... No recordaban, mintieron... Yo estoy convencida de que a su padre no le creen las versiones absurdas que dio. Se han limitado a apoyarle por el miedo que le tienen, pero dudo que le crean, porque ellos saben bien cómo es y cómo trataba a su madre. 

- A su exmujer le preguntaron en el juicio si ella había sufrido malos tratos en sus 40 años de matrimonio y me llamó mucho la atención que sólo contesto: "no, que yo sea consciente…". Me pareció terrible.

- Me llamó poderosamente la atención, pero es una respuesta que dan muchas víctimas. Otras dicen que no, o que no recuerdan nada. Y hay que tener en cuenta que esa mujer, cuando quiso pedirle el divorcio en su 40 aniversario, tuvo que llamar a su hija Ruth porque tenía miedo de estar a solas con él… Esa mujer se había hartado de él, sabía cómo era, y tuvo miedo de que él la agrediera. Yo hubiera dado la vida porque alguno de ellos contase la verdad en el juicio, que esa mujer contara cosas… pero se calló… Si la tuviera delante le diría que piense que ella podría estar en mi pellejo, que de buena la libré.

- En junio se fallan los recursos a la sentencia que condenó a Pedro Muñoz a 16 años y 11 meses, con “lesiones agravadas” como delito principal. Tú has recurrido para que se le condene por asesinato en grado de tentativa…

- Queremos que se le condene por asesinato u homicidio, porque él me quiso matar, lo dice la sentencia literalmente. No hay por dónde coger eso de que "se arrepintió". No se arrepintió, no quiso salvarme a mí sino salvarse él, porque creyó que ya me había matado, y por eso hizo el paripé y llamó a Emergencias, pero alguien que te tira por la terraza y luego te sigue golpeando como un animal no puede llegar a sentir nada por su víctima. Aunque no cambie mucho la condena, yo quiero que lo condenen por lo que hizo, que fue querer matarme. No lo consiguió, pero hizo todo lo posible para asesinarme.

- Eres abogada. Y siempre dices que crees en la justicia. ¿Hay que seguir creyendo en la justicia, a pesar de su lentitud y de todas las veces que parece que no es justa?

- Sin duda creo en la justicia. Me ha quedado claro que existe y que el culpable será castigado como merece. Confío en que el TSJCyL nos dará la razón, como ha hecho manteniéndolo en prisión. Sabemos que su estrategia es recurrir absolutamente todo, todo, todo. Fíjate que en instrucción llegó a denunciarme a mí por falso testimonio, como a la vecina que lo vio en Santo Tomás, que al día siguiente encontró ropa ensangrentada en el tendal… A esa señora la denunció, a mí me denunció, y todo con la única intención de demorar el procedimiento y de tener la mayor posibilidad de no pagarme la indemnización.

- Insistes a menudo en que todo el mundo te dio y te sigue dando por muerta... ¿Cómo se acepta eso y se sigue viviendo, resignándote?

- No se asimila nunca, no se acepta. No se llega al perdón a esas personas jamás, porque tampoco se van a disculpar nunca… Fíjate el tiempo que ha pasado y siguen ignorándome. ¿Cómo es que ningún abogado, ningún colegio de abogados se ha acordado de mí? Si algún día vienen a hacerse la foto conmigo, cuando toda esta pesadilla termine de verdad, cuando cuente muchas cosas en una docuserie, en un libro, en los medios, cuando algún político quiera ponerme una calle o una plazoleta, como a Nevenka veinte años después, tendré que decirles que se mantengan lejos, que me dejen en paz.

 - ¿Qué ha sido lo peor de estos cuatro años, Raquel, lo que peor llevas?

- Sin duda alguna, la soledad. Mi soledad y yo, como la canción de Alejandro Sanz. Hemos sido compañeras inseparables en estos años. Es una canción que me sé de memoria y que canto mucho, porque me encanta cantar… Y así me he sentido mucho tiempo, hasta que unas pocas personas me escucharon y me acompañaron.

- ¿Qué pides a la vida ahora?

- Sólo una cosa, sólo un centro adecuado a mis circunstancias. No lo pido, lo ruego… Mi vida ya es bastante dura: la silla, los cambios posturales, el terror que siento cada vez que me duchan, por si me caigo…

- ¿Y después, cuando al fin consigas esa plaza, que antes o después tiene que llegar?

- Quiero dedicar mi vida a ayudar a otras víctimas de violencia de género. Quiero que salgan adelante proyectos en los que estoy trabajando para que mi caso se conozca y ojalá no se repita nunca más… Que ninguna mujer ni ninguna familia tenga que pasar por este sufrimiento.

- ¿Qué solución ves tú a la violencia de género?

- La verdad es que no le veo ninguna… A veces parece que retrocedemos, cada vez nos matan a más mujeres, a más niños, y a las supervivientes ni se nos mira… A las que sobrevivimos se nos aparca y se nos deja solas, se nos desprecia… A todas las mujeres que estén sufriendo en sus casas, hay que enseñarles a irse de casa en cuanto vivan lo que viví yo. Por favor, dejad a esos hombres, no os quedéis ahí, iros antes de que sea tarde.

- Tú eras abogada, formabas parte del turno de oficio de violencia de género, y no fuiste capaz de irte… No debe de ser sencillo encontrar la manera de salir de ese círculo de violencia y dependencia, por lo que contáis muchas víctimas...

- Mi agresor consiguió anularme y me podía el miedo, tenía pánico a que hiciera algo a mis seres queridos. Yo sabía que podía matarme, pero tenía más miedo a que hiciera algo a mi familia. Parecía un simple concejal de pueblo, un cacique, pero tenía muchísimo más poder del que yo misma pudiera imaginar. Recuerda que en marzo de 2018 yo llamé al 112 durante otra paliza y nadie me asistió porque él había dado orden de que si pedía auxilio nadie viniera a mi casa, como así fue. Y de momento no ha pasado nada con aquello, el intendente de la Policía Local de Ponferrada sigue sin dar explicaciones, ni la alcaldesa de entonces… Pero sólo de momento, porque yo sigo confiando en la justicia y mientras viva voy a luchar por que se depuren responsabilidades, que quienes ayudaran a este agresor a joderme la vida me miren y sepan que yo estoy así porque gente como ellos miró para otro lado. Confío en que la justicia, aunque sea tan lenta, cumpla con su cometido. Confío en que quienes ayudaron a un delincuente sean señalados y condenados por ello.