circle

Ojalá

Ojalá
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 5 min.
Última actualización: 

Ha dicho Patxi López que su palabra favorita esta semana es ojalá. La verdad es que es una palabra exótica, sonora y sugerente, que como muchos otros idiomas el español ha adoptado del árabe Insha'Allah, que viene a ser algo así como si Dios quiere o si esa es la voluntad de Alá. Hay que alegrarse de que, por una vez, o incluso por una semana, la expresión favorita de Patxi no sea un "¿y a ti que te importa?", en respuesta a la pregunta de un periodista, o "insulto con patas", para describir al portavoz de la oposición.

Y digo que hay que alegrarse porque esta predilección semanal de Patxi por una frase que expresa fe y esperanza, pues nos permite albergarlas a nosotros también. Esperanza y fe en que, como ha dicho Bolaños, este acuerdo con el PP para renovar el CGPJ haya sido "un gran día para la democracia, para el estado de derecho y para la justicia española". A Félix se le veía feliz.

Pero no tanto como aquel gran 7 de marzo, cuando la Comisión de Justicia del Congreso dio luz verde a la ley de amnistía. Aquello sí que fue "un día que marca Historia, la mejor Historia de España", que "llena de orgullo al Partido Socialista" y que se va a convertir en "un referente mundial". Tan contento y satisfecho estaba Bolaños que quiso concluir su memorable comparecencia felicitándose a sí mismo, en pleno subidón de euforia.

Lo del miércoles no ha dado para tanto, pero bueno al menos "se recupera la normalidad en el Poder Judicial", es decir que los partidos políticos, en este caso sólo dos, se siguen repartiendo los cromos y siguen decidiendo quién manda en el CGPJ. Lo que viene siendo una manera elegante de mandar a tomar por saco a Montesquieu. Pero no es extraño, ya sabíamos que al menos al Partido Socialista, eso de la separación de poderes no es algo que le haga especial ilusión.

Tal vez recuerden a Patxi, siempre Patxi, cuando pactaron ese parche inútil a la ley del sólo sí es sí, explicando que lo que hacía el Gobierno era dar "un toque de atención a los tribunales para decir oiga, no me vayan por ahí". Claro que aquella ley también iba a ser un referente mundial y, según Sánchez, nos la iban a copiar en todo el mundo. Luego acabó echando la culpa de todo a Irene Montero, pero esa es otra historia.

Ojalá que el acuerdo firmado esta semana sirviese para que algún día no sean los políticos los que elijan a los jueces. Entre otras cosas porque de forma más frecuente de lo que sería deseable, los jueces acaban teniendo que juzgar a los políticos. Pero además porque lo esencial para que un sistema democrático funcione correctamente es que el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial sean tres poderes separados en tres ramas independientes y en tres áreas de responsabilidad distintas. Que ninguno de ellos mande sobre los otros y que se vigilen entre ellos.

Ojalá. Pero claro, nada de eso sucede en España, donde casi siempre es imposible distinguir al Ejecutivo del Legislativo y donde estos dos elijen al Judicial. Ojalá tuviese razón Feijóo cuando dijo que "El PSOE no va a controlar a los jueces, el PP tampoco. Misión cumplida". Pero más bien parece lo contrario y que tanto el PSOE como el PP van a seguir controlando a los jueces, a razón de diez vocales por barba.

Si no fuese tan patético sería gracioso, porque Bolaños y González Pons, Sánchez y Feijóo dicen estar contentos con el acuerdo y elogian sus virtudes. Pero luego se echan en cara los unos a los otros haberlo firmado. "Han firmado un acuerdo con la ultraderecha", reprochan desde el PP. "Y ustedes con los autócratas bilduetarras" responden desde el PSOE. Como siempre, el Congreso es un espectáculo con un punto surrealista que nunca defrauda.

Lo que sí puede acabar defraudando a todos es este acuerdo. En primer lugar, porque como se ha apresurado a explicar Bolaños "no compromete al PSOE a impulsar un nuevo sistema de elección de los jueces" y "no es vinculante". Vamos, lo que todo el mundo entiende que es un acuerdo, algo que ni compromete a nada ni es vinculante. No se vayan a enfadar demasiado estas chicas de Podemos que ya ponen el grito en el cielo porque Sánchez se ha saltado el muro y alertan contra la "gran coalición".

Una gran coalición igual a la que, como dice Ione, se han montado en Europa "dos señoras de la guerra", Úrsula von der Leyen y Kaja Kallas, "una de las líderes más probélicas de toda Europa". Curioso que hablando de señoras de la guerra no diga nada Ione de Putin. Igual es porque es un señoro. Pero el caso es que las moradas están enfadadas y amenazan con retirar su apoyo a Sánchez.

No así Yolanda, que sigue aplaudiendo, un poco como seguían tocando los músicos del Titánic, mientras a las lanchas salvavidas se van subiendo los de Compromís, los de la Chunta, los de Més, Ada Colau y Mónica médico y madre, que no quieren saber nada de esa mesa de partidos para refundar un partido todavía sin fundar. Todo un desafío a las leyes de la mecánica cuántica.

Lo que también viene a decir Bolaños, además de evidenciar el valor que su partido le da a una firma en un papel, es que el modelo "por el que apuesto" es el de siempre. Ése en el que se "garantice que haya personas con distintas sensibilidades" en el poder judicial. Porque para Sánchez y su partido los jueces no sólo es que sean fachas, sino que además son un peligro para los intereses familiares del puto amo. Y eso de que se elijan entre ellos en vez de poder nombrar a dedo a pumpidos y montalbanas, pues no es el tipo de cosas super chulas que quiere hacer este Gobierno.

Ya se puede cansar Feijóo de repetir que el acuerdo es vinculante, que el CGPJ tiene un mandato imperativo, que los vocales van a votar a quienes ellos quieran y que desde Europa van a vigilar que lo pactado se cumpla. Ojalá, pero no parece que nada de eso vaya a suceder. Se ha desbloqueado la renovación del CGPJ, y eso es bueno. Pero el sistema de elección no ha cambiado y el Gobierno no tiene intención de cambiarlo. Sánchez ha renunciado a su órdago y a nombrar él a los veinte vocales. Y eso es bueno. Pero ya sabe que el Constitucional le puede resolver cualquier sentencia inconveniente del Supremo. Aunque ojalá no fuera así, igual por eso ha firmado.