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Fragmentación e incomprensión

Félix Ángel Carreras Álvarez
Félix Ángel Carreras Álvarez
Lectura estimada: 3 min.

En una España polarizada hasta por los programas de televisión, llama la atención que esos mismos espectadores que se debaten entre Motos y Broncano hayan normalizado ciertos hábitos de la política española sin escandalizarse lo más mínimo. Es evidente que necesitamos una sociedad más crítica y contundente con ciertas cuestiones políticas que no pueden pasarse por alto, independiente del signo o tendencia.

El ex todopoderoso Ábalos resulta que ahora dice que votará en conciencia; es decir, nos viene a explicar que antes votaba en lo que se llama disciplina de partido, aunque su conciencia personal le dictara otra cosa. No parece muy presentable que el principal indicado, que no acusado, del caso Koldo, camuflado como parlamentario del Grupo Mixto, pretenda dar lecciones de conciencia cuando su situación no es para ejemplarizar. Olvidado por el PSOE, el ex ministro se aferra a su escaño para defenderse, dice, mientras apoya con una iniciativa del Partido Popular que el Congreso de los Diputados reconozca a Edmundo González como legítimo ganador de las elecciones en Venezuela en contra de la bancada socialista.

Este arranque del curso político presenta situaciones curiosas. Pedro Sánchez, que ahora quiere montar a España en bicicleta, se agarra al cargo para advertir que gobernará con o sin apoyos. En política, sin apoyos no se va a ningún sitio y el destino de este Gobierno es intentar aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Para ello necesitará tener contento a Junts, controlar a un PNV que, fiel a su estilo trilero, acaba de reafirmar que se mueve en función de sus intereses, mirar de reojo a los escaños de Unidas Podemos y esperar a que la conciencia de Ábalos vaya en su misma dirección. Demasiadas grietas para garantizarse un recorrido normal, que no tranquilo, de Legislatura. Será muy difícil mantener un castillo de naipes más tambaleante que nunca. Este Gobierno acumula ya más de 40 votaciones perdidas en el Congreso. El PSOE no fue el ganador de las elecciones y apelar a aquello de que "somos más", es todo un eufemismo mirando los soportes de una mayoría con demasiados colores, demasiados intereses y escasas lealtades.

Pedro Sánchez mantiene su discurso y exhibe batallas ganadas. La Diada de Cataluña, por ejemplo, con menor seguimiento de los últimos años se atribuye a que el proces ha sido dinamitado con la victoria de Salvador Illa y las concesiones controladas del sanchismo. Habría que preguntarse si esta Diada es normal o lo anormal eran aquellas manifestaciones independentistas con miles de esteladas en las calles de Barcelona. El independentismo está quebrado, entre otras cosas, porque es muy difícil convencer que en Cataluña se dice una cosa pero en Madrid se actúa de otra manera diferente. Quieran o no, los independentistas están sujetando a un Gobierno en España que presume de haber tumbado ese mal llamado proceso de independencia que duró unos segundos, prácticamente los mismos que tardó Puigdemont en esconderse para escapar de la justicia... española.

Como todo es incomprensible, la división sigue presente en nuestras vidas. Ya no se trata solo de PP o PSOE, Real Madrid o Barcelona. Ahora también tenemos la variante de Motos-Broncano para seguir en esta revuelta con más surcos que un hormiguero. Así estamos entretenidos.

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