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En el corazón de la comarca del Arlanza, en la provincia de Burgos, se encuentra Santillán del Agua, una pequeña pedanía de apenas 20 habitantes censados, aunque en realidad son aún menos los que residen allí de manera habitual. A pesar de su reducido tamaño, Santillán del Agua ha logrado captar la atención de muchos en los últimos dos veranos gracias a un proyecto cultural y reivindicativo único: el Festival Santillaland. Este evento, lejos de ser una simple festividad local, se ha convertido en una plataforma para dar visibilidad a las necesidades más urgentes de la España vaciada, destacando la importancia de mantener vivas las comunidades rurales y asegurando su conectividad física y digital.
El germen de Santillaland nació en un momento de dolor y reflexión familiar. Tras el fallecimiento de Mercedes, abuela de Jaime Ruiz Tomé, uno de los principales impulsores del festival, la familia sintió que algo se apagaba en Santillán del Agua. Mercedes no solo había sido el pilar de su familia, sino también una figura central en la vida del pueblo. Su hogar en Santillán había sido el punto de encuentro para la familia Tomé durante décadas, y su muerte hizo que Jaime y sus primos sintieran la urgencia de mantener viva la conexión con el lugar que tanto les había dado.
"Este pueblo es en el que nos criamos los que lo organizamos. El lugar donde nos juntábamos en navidad y en verano o muchos fines de semana. Toda nuestra infancia está allí y eso es mucho decir", señala Jaime quién recuerda que "la abuela Mercedes no solo era la abuela en sentido literal de 11 de nosotros, sino que era la abuela en sentido figurado de varios vecinos de allí, era muy especial. Y su último deseo era que no cerráramos la puerta de su casa. Con su fallecimiento empezamos a trabajar para que eso no pasara nunca".
Lo que inicialmente se pensó como una simple verbena en memoria de Mercedes dentro de las fiestas del pueblo, pronto se transformó en algo mucho más ambicioso. La familia, junto con los vecinos y amigos del pueblo, decidió dar un paso más allá y crear un festival que no solo celebrara la vida y el legado de Mercedes, sino que también sirviera como una plataforma para poner en valor las problemáticas que enfrentan muchas localidades rurales en España.
"Al comentar la idea a la alcaldesa de hacer unas fiestas en el pueblo, nos comentó que le parecía bien que hiciéramos una verbena. Nosotros le dijimos que lo que íbamos a hacer era un festival. También le pareció bien. Nos planteó un presupuesto pequeño y con ello nos comprometimos a hacerlo realidad". ¡Y vaya si lo hicieron!
Uno de los elementos más simbólicos de Santillaland es su lema: #4CasasYunFestival. Esta frase encapsula perfectamente la esencia del evento y del propio Santillán del Agua. "Nuestro pueblo es muy pequeñito", explica Jaime, "tanto que los vecinos de la zona se 'reían' de él, denominándolo 'Santillán, 4 casas y 1 corral'. Nosotros decidimos darle la vuelta a esa frase y convertirla en un lema poderoso que reflejara nuestra determinación: ahora todo el mundo nos va a conocer por nuestro festival". El lema es, además, una declaración de intenciones. Santillaland no es solo un festival musical y cultural, sino un grito de resistencia en defensa de las pequeñas localidades que, como Santillán del Agua, luchan por sobrevivir en un contexto de despoblación y abandono institucional.
A través de actividades festivas y reivindicativas, el festival ha conseguido poner el nombre de Santillán en el mapa y convertirse en un símbolo del potencial de los pueblos rurales. Desde su primera edición, Santillaland ha tenido un enfoque claro: no solo celebrar la cultura y la vida rural, sino también reivindicar las necesidades más urgentes de la España vaciada.
Uno de los problemas más acuciantes en Santillán del Agua es la falta de conectividad, tanto en términos de cobertura móvil como de acceso a internet. En un mundo cada vez más interconectado, la ausencia de estos servicios básicos dificulta enormemente la vida diaria de los habitantes y limita las oportunidades de desarrollo económico y social.
"Teníamos claro que el festival no se iba a quedar solo en una fiesta. Tenía que tener un mensaje reivindicativo sobre lo que sufren pueblos como el nuestro. Grandes empresas lo abandonan y a los políticos se les llena la boca con la España Vaciada pero no hacen nada por ella", confiesa Jaime quién reconoce que en Santillán del Agua "no hay fibra óptica, existiendo justo al otro lado de la carretera". Reivindica que al no haberse atendido las reclamaciones, este tenía que ser el eje principal de este festival. Jaime, formado en marketing y parte activa del éxito del equipo de baloncesto, San Pablo Burgos en redes sociales, especialmente en su etapa ACB, sabía que tenía que ser "de una manera mucho más poderosa y que llega mucho mejor a la gente: con la ironía".
"En nuestro pueblo los routers no tenían sentido y así lo plasmamos", señala. Y así nació el I Concurso de Lanzamiento de Router, una competición que combina la ironía con la reivindicación. Este peculiar concurso ha atraído la atención de muchos, incluso de figuras públicas como la gimnasta Iris Ventura, el artista Félix Yáñez, quien diseñó los trofeos para los ganadores o varios componentes de La Maravillosa Orquesta del Alcohol, la humorista burgalesa Laura Val, quién fue la primera pregonera del Festival o el periodista deportivo, Fran Fermoso, quién fue speaker de la última edición.
Santillaland no es solo un evento reivindicativo; también es una celebración de la cultura y el arte en todas sus formas. La programación del festival incluye una variada oferta de música en vivo. Por allí han pasado artistas de la talla de El Nido, Lobocordero o Sexy Zebras. También ha habido murales en su primera edición y en esta última edición, la artista local Lara Yáñez pintó estrofas de los grupos que actuaron y ellos lo firmaron.
El éxito de Santillaland no sería posible sin la colaboración de la comunidad local. Desde el inicio, vecinos, amigos y habitantes de los pueblos cercanos se han volcado en la organización del festival. "Nos empezamos a 'calentar' y, cuando nos quisimos dar cuenta, había un montón de personas dispuestas a echarnos una mano", comenta Jaime con una sonrisa. "Lo primero, hay mucha gente buena en nuestra comarca y en cuanto les sugieren la idea no dudan ni un momento. Y eso es lo más grande", apunta Jaime quién reconoce que "en el caso de los grupos es parecido, a algunos simplemente con el desplazamiento les vale, otros se ponen hasta a vendernos el merchandising y poner cervezas en la barra si es necesario".
Este espíritu de colaboración ha sido clave para el crecimiento del festival. Desde la alcaldesa de Santillán del Agua hasta empresas locales y nacionales han puesto su granito de arena para que el evento salga adelante ya que "el principal obstáculo ha sido la falta de presupuesto y ayudas institucionales".
Tras dos exitosas ediciones en las que se han recibido 2.000 y 3.000 visitantes respectivamente, Santillaland ha ganado visibilidad y se ha consolidado como un evento emblemático en la lucha por la revitalización de los pequeños pueblos. Jaime y el resto del equipo organizador ya piensan en el futuro del festival, con la esperanza de que continúe creciendo y atrayendo a más personas cada año.
"Ojalá inspire a otras localidades, cuanta más vida haya en la España Vaciada, mejor vida habrá para todos. En los pueblos, pero también en los grandes núcleos de población. No sé qué será de Santillaland en el futuro, pero todo lo que tenga que durar, ojalá sea tan bonito como estas dos ediciones anteriores. Nada nos hace más felices y es ya nuestro día favorito del año" reconoce Jaime.
"Creo que todos debemos saber que la España rural es nuestra identidad. Olvidar nuestras raíces nos hará convertirnos a todos en seres grises, como una multinacional que cree que solo el dinero es lo importante", señala un joven de 34 años que es uno de los empadronados de la localidad y que quiere "cuidar lo que ha sido nuestro refugio durante tanto tiempo".
Por el momento, la fibra no ha llegado a Santillán del Agua pero sí que se han conseguido otros éxitos. El próximo verano, volverá a llenarse de música, arte y risas. "En principio nuestra reclamación se solucionará pronto, pero lo más importante es dejar constancia de que no es un problema solo en nuestro pueblo", apunta Jaime quién ya descuenta los días para volver a ver su pequeño pueblo junto a la familia Tomé y más amigos disfrutando de proyectos como este que dejan claro que el futuro del medio rural no está escrito y quedan muchos posibilidades para seguir manteniendo viva la esencia.
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