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Cuaderno de bitácora

Por Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria

Un sueño hecho realidad


Cuando comencé este blog, el pasado mes de abril, sospechaba que estaba partiendo hacia un trayecto apasionante, que se prometía lleno de descubrimientos. El rumbo apenas se intuía inicialmente, escondido entre tantos caminos posibles y bajo el aturdimiento que crean los latidos del corazón emocionado. Pero al dar los primeros pasos, la brisa en el pelo y el brillo del sol en la cara me animaron a aventurarme por sendas menos transitadas, aquellas en las que las espigas no han sido cortadas y que nunca han conocido huellas o roderas. Esas que hacen sentirse libre.

Algunos parajes parecían estar esperando una voz que contase su historia y es allí donde me iba deteniendo: para hablar con personas que me sonreían o quienes en el pasado habían dejado su aliento en los libros, desafiando la efímera condición humana; para esforzarme en descifrar inscripciones labradas en piedra o aspirar a interpretar los sonidos ancestrales de los pájaros, del agua y de los árboles; o para desentrañar formas ocultas tras montes y acantilados, que solo cobran cuerpo a la luz de las estrellas.

Y llegó un momento en que ya no pude elegir la ruta, sino que ella se fue revelando y me limité a seguirla. Fascinante, inabarcable, rebosando interrogantes por cada respuesta arrancada entre titubeos a inmensidades que no habrá vidas suficientes para conocer. Me di cuenta de que lo más importante de viajar no es haber estado en un lugar, sino que el lugar haya estado en ti. Dejar de ser solo viajero para convertirse además en la mirada expresiva que se ha clavado para siempre, la comida que ha despertado recuerdos de la infancia o el aroma a limpio de una toalla recién cambiada en un alojamiento de un pueblo que se despereza entre montañas. Llevarse esos instantes consigo en el equipaje ligero del alma, ese que alivia los pesares y se convierte en una suerte de refugio al que tornar con la memoria años después.

Viajar no es tanto encontrar el mundo como encontrarse a sí mismo en él. En eso se asemeja a la literatura, que no en vano es una especie de viaje por otros mundos del que tornar transfigurado.

Todo llega para quien es capaz de esperar. Y por eso este blog, a fuerza de entrelazar palabras y pisadas, episodios e imágenes, se ha acabado trocando en un libro, que ahora espera paciente a ese lector transformado en viajero, o quizá a ese viajero transformado en lector.

En sitios remotos siempre se hallan riscos, ramas, semblantes, relatos, trinos, acentos, cuencas, que una vez soñaron tener alma y hábilmente saben cómo mezclarse con la propia de quien los contempla. Para su dentellada no hay antídoto posible. Son trocitos de vida dispersos, son el alma en los viajes. Reconocerlos e incorporarlos incita a seguir buscando muchos otros por rincones aún inexplorados, en un itinerario que jamás terminará, mientras quede un hálito vital que se rebele heroicamente ante la amenaza del ocaso que aguarda allí, a lo lejos.

Sonsoles Sánchez-Reyes, El alma en los viajes. Editorial Cuadernos del Laberinto.

https://www.cuadernosdelaberinto.com/Historia/sonsoles_sanchez_reyes_el_alma_en_los_viajes.html

 

 

Fotografías: Gabriela Torregrosa