circle
Reels

Un olfato sin escapatoria delictiva

Urco, Gea y Nao conforman la Unidad Canina de la Policía Local de Palencia para detectar el tráfico de sustancias estupefacientes

Un olfato sin escapatoria delictiva
David Herrero / ICAL
Lectura estimada: 3 min.

Sin babear, ladrar o tocar. De manera pasiva e invasiva, pero con la efectividad de un olfato desarrollado y adiestrado. Se trata de la prueba del algodón que llevan a rajatabla Urco, Gea y Nao, los tres integrantes de la Unidad Canina de la Policía Local de Palencia (Uican), de la mano del denominado sistema de marcaje lapa.

Cada can, de raza Pastor Belga Malinois, marca con su trufa el punto exacto en el que se encuentra la sustancia estupefaciente, ya sea escondida en la zapatilla de un viandante o depositada en algún entresijo de un vehículo durante un control policial. Un resultado fino, efectivo y limpio que evita ocasionar daños y lesiones.

Una de cal y otra de arena. Aportan una sensación de seguridad en la vía pública y se convierten en una imagen querida por pequeños y mayores, aunque ese sentimiento seguramente no sea compartido por el común de los mortales.

Aquellos que portan, consumen o menudean con sustancias estupefacientes no les basta con percatarse de la presencia de una habitual patrulla, porque los nuevos fichajes de la cuerpo municipal no dan tregua.

"Es una barbaridad los buenos resultados y los datos positivos desde que la unidad entró en funcionamiento", reconoce Jesús, uno de los agentes que conforman la Uican y que trabaja como guía canino junto a Nao, de tres años y medio procedente de Algeciras tras ser rescatado de un pozo.

Reconoce a la Agencia Ical que el objetivo principal no se centra en que el perro encuentre droga o realizar una denuncia, sino conseguir de manera preventiva que no haya menudeo, al mismo tiempo que infraestructuras e instalaciones grandes, como pueden ser las estaciones, sirvan como un entrenamiento propio para que el animal se aclimate a las aglomeraciones.

Una actuación que persigue erradicar el tráfico, tenencia y consumo de drogas y sustancias estupefacientes, siendo además un elemento disuasorio frente a posibles actos delictivos.

El perro rastrea y pega la trufa en vehículos y objetos que porten las personas, mientras que en espacios abiertos comienza a ventear y puede llegar a marcar una sustancia que se encuentra a 50 o 100 metros, señala.

Así, sus intervenciones se centran en las estaciones de tren y bus, en las zonas verdes y parques de la ciudad, así como controles de tráfico y seguridad y según los requerimientos del resto de patrullas ante situaciones inesperadas que se encuentran durante el día a día.

Nao, al igual que Gea y Urco, fueron adiestrados en Burgos con un curso de 380 horas a través de la Junta de Castilla y León con un periodo posterior de prácticas para adaptarse al entorno y al trabajo.

"Que el perro detecte la sustancia es fácil entre comillas, pero el mayor problema se centra en la presión social y al trabajo en la calle. El perro no se puede distraer en la búsqueda ante el lanzamiento de un petardo". 

Con este sistema de marcaje, detalla que el perro "nunca tiene contacto con la droga". Lo único que hace es acercar el hocico a la droga, porque sabe como huelen, pero en ningún momento la llegan a lamer, aclara. Cada búsqueda es un "juego para el perro" y sólo quiere hacer su labor, es decir, lograr un resultado satisfactorio para así poder conseguir su recompensa, que no es otra que el mordedor.